Por Aram Aharonian
Revista Punto Final
A menos de dos meses de las elecciones presidenciales
venezolanas, recrudecen los ataques opositores contra la
institucionalidad democrática y cobra fuerza un eventual plan de
violencia. A esto se suma la tesis de un “ventajismo” de Chávez, aún
cuando el primer boletín del Consejo Nacional Electoral (CNE) demuestra
que es abismal la diferencia en la cobertura publicitaria a favor de
Henrique Capriles Radonsky.
Aunque por el momento la guerra es de consignas y denuncias y la
especulación tiene plazo a sesenta días, no es sólo Venezuela la que
vive en tensión por lo que pueda suceder el 7 de octubre. Una eventual
derrota del bolivarianismo significará un retroceso para este país y
para todos los proyectos de complementación, integración y unión de los
pueblos latinoamericanos.
Sin duda, en la última década ha sido Venezuela la locomotora de los
cambios estructurales en la región y el “pulmotor” de los procesos de
integración, por eso los permanentes ataques contra la institucionalidad
democrática pasan por la descalificación del CNE, la predenuncia de un
futuro fraude y la campaña de desprestigio contra la Fuerza Armada
Nacional Bolivariana (FANB).