Para que conozcan poco a poco la historia de la Isla donde vivo, quiero compartir con ustedes un trabajo del historiador Juan Colina La Rosa que recrea cómo los habitantes de este pequeño territorio insular guardamos el recuerdo de corsarios y piratas en los siglos XV, XVI y XVII.
"Baje el pirata que llaman por su bravura, El Temido, en todo mar conocido del uno al otro confìn la luna en el mar riela. En la lona gime el viento, y alza el blando movimiento alas de plata y azul; y ve al capitàn pirata, cantando alegre en la popa.”
(Esprocenda. Canción del pirata)
Para hablar de corsarios y piratas en el Caribe, se hace necesario hacer referencia a Isla de Pinos, ubicada en el centro y a la entrada del Canal de Yucatán, desde donde se domina el tráfico marítimo que existe en el Mediterráneo americano. Sin lugar a dudas, la condición de Isla Mágica, en parte, se debe a las historias y leyendas que a través del tiempo se han tejido sobre ella, vinculadas a la presencia de aquellos aventureros del mar.
Por eso en el libro Ulivarri, Corsarios y Piratas en Cuba, dice:“Las costas de Cuba, principalmente por Baracoa y por todos los esteros del Cauto, los cayos de los Jardines de la Reina y de los Jardincillos y sobre todo, la Isla de Pinos, sirvieron de acomodo tranquilo y casi inolvidable a los piratas que merodearon nuestras costas y cabos en acecho de los buques mercantes que navegaban indefensos.”
La configuración de Isla de Pinos, a partir de la revisión de su mapa, buscando el sitio preciso donde arribaron aquellos hombres de mar, nos mostró que la ensenada de Siguanea fue el punto ideal al que casi todos llegaron para carenar sus naves y abastecerse de agua y alimentos. Además, el más prudente para esconderse de sus perseguidores y tender celadas a las naves procedentes del sur de América con rumbo a la Habana, para después de partir de regreso a España. Siguanea Es una gran ensenada, al sudoeste de esta ínsula, cuyo litoral comienza en la Punta de Buenavista y termina en Cabo Francés y da paso a través de un canal natural a la Ciénaga de Lanier. En ella desembocan varios arroyos y los ríos Los Indios y el San Pedro. También, se caracteriza por sus muchas caletas y lagunas en la parte que da al norte, como son la Laguna del Soldado y la laguna La Majagua. Visita de Cristóbal Colón La Siguanea se convierte en historia con la llegada del Almirante a estas tierras el 13 de junio de 1494, hace casi 510 años. Todo empezó cuando Colón, después de firmada el Acta de Continentalidad conocida como Pérez de Luna, donde hoy se halla la Ensenada de Cortés casi en el extremo occidental de Cub, regresó a la Española, cogiendo un poco más al sur, y se encontró con la pequeña ínsula del Caribe, que hoy se nombra Isla de la Juventud.
El primer sitio observado por el marino genovés fue la Punta de Buenavista, al comienzo de la ensenada de Siguanea, y pensando estar en el medio de dos islas la atravesó por el canal que debía dividirla en dos partes; pero tropezó con el hecho real de terminar en una gran ciénaga, la hoy nombrada Lanier.
Ante la obligación de virar sobre sus pasos, decidió carenar sus naves y permitirle el descanso a su tripulación, aprovechándo las condiciones de tranquilidad, agua dulce, abundantes peces y otros productos para alimentar a sus hombres. Se supone que el punto utilizado haya sido Playa Roja, muy cerca del hotel Colony, espacio en el que durante la celebración del V Centenario de la llegada del Almirante se colocó un conjunto monumentario que recuerda el hecho.
Cuando apenas llevaba 12 días y después de bautizar la ínsula con el nombre de San Juan La Evangelista salió para continuar su ruta hacia el oriente de Cuba, fue el 25 de aquel mismo mes y año. Las arenas de la Siguanea conocieron, desde 1565, al temible pirata, corsario y traficante de esclavos John Hawkins, por ser su sitio predilecto para abastecerse de agua y alimentos y poner a descansar a sus hombres y a las dotaciones de esclavos traídas desde el continente africano. Lo mismo sucedió con Sir Francis Drake, corsario inglés que se ganó, desde 1572, el nombre de Terror de los Mares.
PRIMERA BATALLA NAVAL DE LA SIGUANEA
Todo comenzó al fallecer Francis Drake, el 28 de enero de 1596, frente a Portobelo y tuvo que tomar el mando de la flota el Almirante inglés Thomas Baskerville que decidió regresar con sus naves a Inglaterra con el botín capturado. Para ello navegó rumbo a Cuba, llegando a la ensenada de la Siguanea, donde acostumbraban a proveerse de lo necesario.
Precisamente, cuando la flota de Drake se hallaba reponiendo sus fuerzas, 21 naves al mando del general de las galeras españolas, Bernaldino Delgadillo y Avellaneda, que se encontraba buscando a los ingleses, la sorprendió en el famoso lugar.
La primera referencia sobre el hecho la da el corsario escritor, Thomas Maynarde, participante en aquellos acontecimientos: “El día primero de marzo los demás barcos nuestros divisaron la flota española junto a Isla de Pinos, en Cuba Sir Thomas Baskerville dio las siguientes órdenes: La Garlande sería la nave almiranta y ocuparía la vanguardia con la mitad de las fuerzas de combate, la Hope, sería la nave vicealmiranta, permanecería a la espera con las demás fuerzas. Se entabló la pelea encarnizadamente durante tres horas, a la distancia de un tiro de mosquete. La misma noche vieron arder, nuestras gentes, la nave vicealmirante española, un barco de 700 toneladas, como también a otros seis barcos que se hundieron a la mañana siguiente. La Hope tenía una vía de agua y hubo de tocar en la Isla Cruzado (¿Santa Cruzada?), que estaba habitada por caníbales. Allí había gran acopio de gallinas y de trigo. El día ocho de marzo la flota abandonó el golfo. Cuando los barcos llegaron a la Isla Encantada se dispersaron y volvieron todos aisladamente a la Patria.”
De las 27 naves que habían zarpado de Inglaterra hacia el Nuevo Mundo, el 28 de agosto de 1595, con Francis Drake y John Hawkins, solo pudieron regresar ocho, pero sin los dos grandes navegantes.
HENRY MORGAN, GRAN HOMBRE DE MAR
Sin dudas, fue Henry Morgan el más poderoso pirata de ese siglo, que durante 1660 y 1680 campeó por su respeto en todas las costas de los países caribeños. Fue nombrado Sir y Gobernador de Jamaica por la Reina de Inglaterra. Ese capitán de flota se hizo acompañar, en distintas ocasiones, por piratas que se convirtieron en los cronistas, por excelencia, de sus aventuras; a través de quienes podemos identificar la parte de la Isla donde se asentaban.
El holandés Alexander Oliver Exqueme, en 1666 relató: “… partimos de allí para Isla de los Pinos, a la cual llegamos en quince días siéndonos otra vez preciso acomodar nuestra embarcación que ya estaba llena de hendiduras; lo cual al punto ejecutamos; dividiéndonos unos a este trabajo y otros a la pesca, que nos produjo tan ventajosamente que en seis o siete horas cogimos tanto pescado cuanto era bastante a dar de comer con abundancia a mil personas hambrientas”.
(…) “No fue menos la abundancia de tortugas que obtuvimos; con lo cual comenzaron todas nuestras inquietudes y penas a disiparse, poniéndolas en un profundo olvido, y así principiamos a llamarnos hermanos.”
Siguanea continuó durante el siglo XVIII recibiendo a los marinos aventureros, de manera temporal o de paso, como los ingleses Charles Gan (1702) y John Rockhan con sus dos mujeres en 1719 y el español Bartolomé Baladón en 1718.
Me interesa conocer distintos hechos de la historia y por eso trato de averiguar mucho al respecto. Tambien me interesa viajar para buscar nuevos datos, y por eso en este momento quería conseguir Vuelos a Buenos Aires desde Salta
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