Las fuerzas estadounidenses de ocupación perdieron 12 soldados en Iraq en los primeros 15 días del mes en curso, sin lograr garantizar la seguridad ciudadana en este país del Golfo Pérsico.
El Comando Central de los invasores confirmó hoy que uno de sus militares perdió la vida cuando el vehículo en que patrullaba saltó en pedazos al hacer contacto con una bomba artesanal colocada por los rebeldes en la barriada capitalina de Sadr.
Con esta nueva baja, la cifra de soldados norteamericanos muertos en Iraq desde 2003 ascendió a dos mil 546, la mayoría abatidos por la insurgencia.
A despecho de las continuas ofensivas los agresores siguen sin restablecer el orden en la nación árabe que vive en un permanente caos desde la invasión anglonorteamerican hace tres años.
Televisoras regionales informaron este sábado que Ahmed al Hijia al Samarrai, presidente del Comité Olímpico iraquí fue secuestrado junto a otras 30 personas, entre funcionarios deportivos y atletas locales.
Los captores, disfrazados de militares, llevaron a los plagiados a un lugar desconocido tras asaltar un club en el centro de Bagdad donde se efectuaba una reunión del organismo.
La inseguridad provocada por la ocupación norteamericana llevó al Parlamento iraquí a prolongar este sábado durante 30 días más el estado de emergencia.
Esa disposición exceptúa la región autónoma del Kurdistán, en el norte del país.
El presidente del Parlamento, Mahmud al Machhadani, subrayó que la medida es una consecuencia de la precaria situación de seguridad existente aquí.
En la jornada, la capital iraquí fue escenario este sábado de nuevos enfrentamientos entre ciudadanos de las ramas islámicas sunita y chiíta con un balance de un muerto y una decena de heridos.
En horas de la mañana milicianos chiítas abrieron fuego contra los pobladores de la barriada sunita de Adhamiya, bloque norte metropolitano, precisó un informe policial.
La ola de violencia por motivos confesionales se agudizó luego que en febrero pasado se efectuara un atentado dinamitero contra un santuario chiíta en la ciudad sunita de Samarra, al norte de Bagdad.
Esta confrontación religiosa, imposible de detener por los ocupantes norteamericanos, podría desembocar en una guerra civil, vaticina expertos de la zona.
Según el Instituto iraquí de Medicina Legal en lo que va de año más de ocho mil personas, entre sunitas y chiítas perdieron la vida en este país árabe.