lunes, junio 23, 2008

La prensa cubana rinde cuenta cada día

  • Si un pueblo es alegre, su socialismo es alegre, y no puede haber un periodismo gris, chato, ajeno al temperamento y la cultura del cubano

Más información sobre el VIII Congreso de la UPEC

Por Rudens Tembrás Arcia
Foto: Eddy Martin

Tubal Páez lleva con particular espíritu juvenil 50 años de trabajo en la prensa cubana.
A ratos, en diálogo con los jóvenes, refiere sus días de redactor en la lucha clandestina y encuentra la imagen preferida para ilustrar el papel que toca al periodista en todos los tiempos.

“En las ciudades no había dónde esconderse ni escapatoria. Afuera esperaban la policía, los asesinos, la cárcel, la tortura, la muerte. Adentro estaban la lucha, el compromiso, la historia, y las ideas del combatiente. ¡Pero había que tomar una decisión! Y ahí entraba la prensa a desempeñar su rol, que describo como ayudar al ser humano en su lucha interna entre los instintos y los valores, y prepararlo todos los días para tomar decisiones correctas”, sostiene.

Mas Tubal no reconoce méritos en esa primera epopeya porque “lo que vino después empequeñeció todo aquello”. En 1966 ingresó en el periódico Granma, donde aprendió la profesión y estudió Ciencias Sociales; luego cumplió tareas en Ecuador y laboró en la centenaria revista Bohemia. En 1988 pasó como director al diario el habanero, y en 1993 asumió la presidencia de la Unión de Periodistas de Cuba.

Por eso hoy consigue describir con criterio propio las etapas del periodismo revolucionario cubano y afirmar que quizás la más conmocionante fue la experimentada en aquel VI Congreso de la UPEC, cuando asumió la responsabilidad actual en un momento dramático para la nación y la profesión, pues debía hacerse comprender que sin la prensa no saldríamos del período especial, y que al mismo tiempo esta no podía ser apologética ni triunfalista, porque “en el lado duro de la realidad estaba el heroísmo del pueblo”.

Un lustro después aconteció el VII Congreso y “como nunca antes se manifestó la importancia de la prensa y de los periodistas en un mundo globalizado. Permitió comprender el papel de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (NTIC) y dialogar ampliamente con la máxima dirección de la Revolución”, opina.

Ahora casi finaliza el VIII cónclave, al haber realizado 189 asambleas y analizar más de 3 mil intervenciones que reflejaron con total libertad resultados y retos que Tubal acepta comentar para nuestros lectores.

-La expansión del escenario mediático y la acción profesional del periodista cubano son hechos tangibles de la última década. ¿Qué otros rasgos distinguieron al sector en este período?

-Ciertamente ha habido una explosión de nuevos medios de comunicación masiva (MCM): digitales, radiales, televisivos y hasta impresos.

Y ello ha ocurrido a la par del enfrentamiento a una manera amplia y diversificada de tecnología foránea. Ya no estamos tan solos en la cabeza de la gente.

Este período fue de combate a las indisciplinas y deficiencias de la sociedad y de las organizaciones estatales.

Una esencial vinculada a la prensa: no todos comprenden su papel en el desarrollo político e ideológico de las masas.

Y ese es un tema que involucra a cada revolucionario e institución del país.

La UPEC ha tratado de elevar la autoestima de sus afiliados, remarcando su papel social pese a incongruencias salariales, incomprensiones y obstáculos propios de la profesión. Ello acompañado de un programa de superación y recalificación constante porque las fuerzas requieren mantenimiento para estar actualizadas y en disposición.

Han sido 10 años de pulseo con las fuentes de información, aquellas instituciones que disponen de datos y deben colaborar más para garantizar informaciones completas, exactas.

La interconexión mundial dio un salto gigante en estos años y como prensa comenzamos a balbucear en redes internas y la tenencia de un nodo propio que funcione como suministro de productos comunicativos especializados y otros servicios. Por ello también la familia ha crecido aunque acusamos déficit de diversos profesionales.

-¿Qué significado tuvieron las críticas señaladas a la prensa en los debates del discurso de Raúl el pasado 26 de Julio?

-Un inapreciable valor. Fue lógico que una población de alto nivel político y cultural opinara sobre sus medios. Pero lo más sintomático es que los periodistas compartieran sus mismas preocupaciones.

¿Cómo resolver las críticas? No será fácil en varios casos, pero en otros depende de un mejor desempeño individual que borre el aburrimiento, la superficialidad, la pobreza del lenguaje y las repeticiones…

La prensa rinde cuentas cada día con lo que escribe, dice o muestra. Todos ven sus defectos, los archivan y esgrimen.

Individualmente sucede con cada periodista. La descripción de la realidad se convierte en un tema de honor, y uno tiene que valorarse a sí mismo en una lucha interna que no anda igual en todos los colegas.

-Ha sido un Congreso autocrítico, no complaciente. ¿Por qué esa conciencia no se traduce todavía en un mejor periodismo?

-El Congreso no ha sido complaciente porque restaría moral, autoridad, si el juicio comienza por fuera. Evidentemente muchos tienen que cambiar su actitud con respecto a la información de la población.

Hay paternalismo en el sector, un trato condescendiente hacia algunos defectos y compañeros. El Congreso ha incentivado conciencia sobre ello porque no puede contentarse con algunas victorias y avances. Insistimos en poner delante las dificultades para apreciar las limitaciones internas y externas del ejercicio profesional.

-Falta de credibilidad, dificultades para acceder a la información, intentos de administrar la prensa, triunfalismo y zonas de silencio son temas que regresan al Congreso. ¿Evidencia un círculo vicioso en el que se debate nuestro trabajo?

-Son recurrentes porque mientras exista la prensa se tratará de utilizar para crear la imagen deseada de una persona, sector, gestión; para observar silencio donde alguien considere que cierta zona debe estar vedada. Como el adversario sólo blasfema de nosotros y existe la tendencia de reaccionar con el reflejo de todo lo bueno que hacemos, aparece el triunfalismo. El secreto es mantener todo eso a raya.

El enfrentamiento con la fuente es universal y hasta lógico. El instinto de conservación lleva a que la crítica se considere agresiva, máxime si no se comprende que induce a solucionar dificultades.

Hay que educar sobre lo imprescindible de despojar al socialismo de distorsiones, burocratismo y tendencias negativas como el egoísmo, el individualismo y el instinto de preservación, que se exacerban en períodos de crisis. La deformación está en escudarse allí para ocultar lo mal hecho.

En estos 10 años ha habido un rebrote que los periodistas y la población han planteado. Por eso es lógico que el Congreso vuelva a analizar estas problemáticas, aunque en un plano superior, muy serio y hasta más decisivo, porque la ofensiva del capitalismo es brutal.

-El Partido ha convocado para que la sociedad analice sin recelos y críticamente los problemas del país. ¿Qué corresponde hacer a la prensa? ¿Está preparada? ¿Corre el riesgo de defraudar?

-Vivimos otra vez un momento crucial. Muchos factores confluyen para considerarlo así y la prensa no puede eludirlos. Tiene que organizarse más, asumir prioridades, obrar como cuerpo, ser integral, aprender del enemigo y no improvisar, puesto que los cubanos somos temperamentales, nos hemos acostumbrado a coyunturas y adolecemos de sistematicidad.


Ya hemos visto respuestas en periodistas, cuadros y más allá. Se puede afirmar que la prensa ha cambiado.


Negar es no ver, no leer, no oír. Quedan problemas, una parte debido a carencias materiales.
Pero estamos preparados. Tenemos colegas con talento, experiencia, madurez, conocimientos. Se necesita ayuda y comprensión.


-La desprofesionalización de la prensa ha exigido nutrirla por vías diversas. ¿Se corre el riesgo de socavar las filas?


-Fue la inquietud primera del Congreso pero la explosión de MCM tomó desprevenida a la educación superior, que no ha podido responder en cantidad aunque sí en calidad a las necesidades actuales.


Por eso se acudió a alternativas de formación emergente que no siempre garantizan la calidad, aunque hay colegas que se están desempeñando bien. De ahí la defensa de la evaluación.
No estamos obligados a coexistir con la mediocridad, la ignorancia y otros defectos que en esta profesión son excluyentes.


La falta de periodistas no puede ser argumento para convertir en tal a cualquiera.

-Fidel participa en el Congreso, máxime al señalarnos hace poco dos ideas cruciales: no hacer jamás concesiones al enemigo, y la responsabilidad que tenemos en construir un mejor socialismo. ¿Qué piensa?


-Fidel está entre nosotros de una manera sistemática: escribiendo. Es una forma de medirnos con el colega de al lado, ver su estilo, métodos, temas. Vamos a aprovechar ese genio. La primera concesión de principios sería renunciar a lo que hemos hecho y ello exige establecer un grupo de premisas: el pueblo es lo primero; el socialismo la solución; la educación, la salud, el deporte y la cultura son derechos.


La segunda idea añade elementos de calidad a las discusiones. Mucho depende de nosotros no sólo hacer un mejor socialismo, sino presentar las ventajas y las fuerzas que desata ese sistema. Si un pueblo es alegre, su socialismo es alegre, y no puede haber un periodismo gris, chato, ajeno al temperamento y la cultura del cubano.

Nos ha matado la estructura administrativa para nuestro trabajo, pues terminamos asumiendo su lógica y lenguaje. En ese sentido hay que transformar también a la UPEC, despojarla de tareas administrativas que asume ante la falta de un ministerio u organismo que se ocupe de ellas.

Los MCM son armas que la Revolución nos entregó y debemos responder por ellas. Fidel fue muy profundo en breve espacio. Al final, el Congreso recogerá todo eso y nos llevará a las esencias de nuestra labor.

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