Marcha
de los participantes en la Cumbre de los Pueblos.
A pesar de que en las últimas dos décadas se han
vuelto aún más evidentes los daños que causa la depredación humana y
el sistema capitalista sobre el planeta, la Conferencia de la ONU
sobre Desarrollo Sostenible (Río+20), heredera de la Cumbre de la
Tierra de 1992, continúa lastrada por las posiciones de algunos
países del llamado Primer Mundo que se rehúsan a asumir un
compromiso con la supervivencia humana.
Prensa Latina destaca que la versión preliminar del
documento final de Río+20 excluye temas clave como la definición de
objetivos específicos y la creación de fondos especiales para el
desarrollo sostenible.
El proyecto descarta la propuesta del G77+China
de crear un fondo anual de 30 mil millones de dólares a partir del
2013 —que llegaría a 100 mil millones en el 2018— para promover el
desarrollo sostenible, la cual fue rechazada por las naciones más
ricas.
Asimismo, deja sin efecto la posibilidad de
conceder estatus de agencia al Programa de Naciones Unidas para el
Medio Ambiente (Pnuma), al tiempo que omite asuntos controvertidos
como las definiciones de recursos a emplear y las metas puntuales a
ser cumplidas por los estados en materia ambiental.
Por otra parte, algunos países intentan minimizar
sus compromisos disminuyendo el nivel de sus representaciones al
evento. El presidente del país que más ha contaminado al medio
ambiente, el estadounidense Barack Obama, decidió no asistir a la
Conferencia de la ONU y es casi seguro que vaya en su lugar la
secretaria de Estado, Hillary Clinton.
Quizás Obama no quiera repetir 20 años después el
exabrupto de George Bush padre en la Cumbre de la Tierra. En aquella
ocasión, Greenpeace lo calificó de "degenerado ambiental", y lo
responsabilizó del fracaso de la cumbre.
"Dada la postura tomada hasta ahora por Estados
Unidos en las negociaciones de Río+20, y la que adoptó en las
referidas al cambio climático (en la sudoriental ciudad africana de
Durban), a lo mejor es una bendición que Obama no venga", dijo a IPS
la activista Meena Raman, de la Red del Tercer Mundo.
Por su parte, los países miembros de la Alianza
Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) exigieron que
el documento final de Río+20 sea vinculante, proteja los derechos de
las naciones en vías de desarrollo y tenga en cuenta lo planteado en
la Cumbre de la Tierra. (SE)
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