“He vivido a través de tres cuartos del siglo XX, y como un tercio de
la historia de Estados Unidos de América. Brevemente, ¿cuál ha sido su
impresión hasta ahora, señor Vidal? Como suelen preguntar
entrevistadores afanosos. Bueno, podría haber sido peor….”, escribió
Gore Vidal en su segundo libro de memorias, Point to Point Navigation.
Vidal, quien falleció el martes en Los Ángeles a los 86
años, fue un gran boxeador verbal con una lengua-navaja que provocó
maravilla, furia, risa y hasta golpes. Norman Mailer, a quien detestó,
le dio un cabezazo y un golpe, pero Vidal no se rindió, respondiendo:
Norman, ¿otra vez te fallan las palabras?
Después de mucho alcohol, Vidal tuvo una riña con Robert Kennedy en la Casa Blanca de donde, se dice, fue expulsado, sólo para escribir después una crítica devastadora contra la familia real.Su circuito de cuates y amigos -Paul Newman, Tennessee Williams, Orson Welles, Marlon Brando, Frank Sinatra, Tim Robbins, Mick Jagger- y enemigos -Truman Capote, Andy Warhol y varios autores más- incluye algunos de los nombres más reconocidos del último siglo -pero con su muerte, tal vez ya no queda nadie como él en la escena estadunidense contemporánea.
El autor de 25 novelas, entre ellas las historicas Julián y Lincoln, y la controvertida Myra Breckenridge, guionista de cine (incluidauna colaboración en el guión de Ben Hur), dramaturgo (su obra Best Man
está de regreso en Broadway) y uno de los mejores ensayistas de la
historia de este país, es frecuentemente comparado con Mark Twain, tanto
por su talento literario como por su crítica social y política.
Pero sobre todo, su feroz y crítica a la política interna y externa
de este país marcó su vida tanto como su obra literaria. No fue un
revolucionario, pero sí un tipo de rebelde por atreverse a revelar los
secretos detrás de la pantalla de este país.Para Vidal, la ausencia de
memoria pública era la clave para entender su país.
Somos los Estados Unidos de Amnesia. No aprendemos nada porque no recordamos nada, escribió. Resucitar la memoria, rescatar la historia, era la tarea necesaria para enfrentar la cultura anulada de su pueblo. Preguntado por La Jornada en 2007 por qué había tal amnesia, respondió que
es una cultura de televisión, pero también que prevalecía una
carencia de curiosidad, culpando, en parte, al
vilsistema educativo.
En esa misma entrevista calificó la situación en Estados Unidos:
Todo es trampa en este país, corrupción y robo. Mire nuestras elecciones: uno recauda suficiente dinero, compra suficiente tiempo en televisión y puede resultar electo aunque nadie lo conozca y a nadie le importe.
Apuntó que, aunque
muchos sí desean un cambio, y da la impresión de que algo puede ocurrir, no ocurre. No tenemos país, nadie tiene la sensación de vivir en un país: vivimos en un lugar donde si tienes dinero estás bien, y si no estás en la mierda.Con la llegada de George W. Bush, Vidal declaró que
hemos sufrido un golpe de Estado y Bush ha demolido a la Constitución.
Insistió en que con la llegada de lo que bautizó la
junta Cheney/Bush, se
perdió la república y nuestras instituciones. La elección de 2000, como la de 2004, denunció, fue ganada por un fraude.Vidal generó reacciones casi histéricas cuando afirmó que los atentados del 11-S no eran sorprendentes y, en gran medida predecibles, como una acción en respuesta a las políticas de Estados Unidos en Medio Oriente.
Más aún, sugirió que Bush y su gente probablemente estaban de alguna
manera involucrados, por lo menos en saber que algo así estaba por
suceder, ya que era lo que más les convenía para su guerra ya preparada
contra Irak y para legitimar su presidencia.
Para Vidal, el
imperio autoritarioestablecido por el grupo de Bush fue posible en parte por el papel de los medios masivos.
Esto es lo que ocurre cuando se tiene control de los medios, y yo jamás había visto medios más despiadados, estúpidos y corruptos que los actuales, dijo a The Independent.Reiteró en otra entrevista que
si el pueblo estadunidense hubiera tenido una verdadera prensa libre y medios de comunicación alertas, este hombre (Bush) jamás habría sido electo.
Vidal estaba obsesionado con la destrucción de la
repúblicaestadunidense.
El principal trozo de sabiduría que aprendí de Thomas Jefferson, y éste de Montesquieu, es que no se puede mantener una república y un imperio al mismo tiempo. Desde 1846, en guerra con México, somos imperialistas rapaces, declaró.Fue un crítico feroz de las guerras de Estados Unidos, desde Vietnam hasta Irak. También condenó las guerras no declaradas y las políticas intervencionistas del país. Viajó en 2007 a Cuba, donde denunció las políticas de Washington, y también mostró solidaridad con Venezuela. Fue vocero crítico del trato de Israel a los palestinos.
El embajador Bernardo Álvarez, actual representante de Venezuela en
España y antes en Washington, recuerda que luego que el presidente Hugo
Chávez hiciera su famoso comentario ante la Asamblea General de la ONU
de que
aún huele a azufre, en referencia a Bush, quien había estado en el podio antes que él, Vidal defendió al venezolano, y calificó lo que dijo no sólo como
apropiado, sino como
necesario.
En los últimos años, Vidal continuaba trabajando, entre otras cosas,
en una investigación sobre la guerra de Estados Unidos contra México de
1848 (no se sabe si la terminó).
También fue un crítico de las políticas que después serían bautizadas como
guerra contra las drogashace más de 40 años. En 1970 en un artículo en el New York Times escribió;
nadie en Washington recuerda hoy lo que sucedió durante los años en que el alcohol le fue prohibido al pueblo por un Congreso que pensaba que tenía una misión divina para hacer desaparecer al demonio del ron, y con ello lanzó la ola de crimen más grande de la historia del país, causó miles de muertes por alcohol adulterado, y creó un desdén general (que persiste) para las leyes de Estados Unidos. Eso es lo mismo que ocurre hoy (con las drogas). Acusó que
la lucha contra las drogas es casi tan gran negocio como promoverlas.
Una vida llena de arte… y amantes
Su trabajo en televisión (apareció hasta en Los Simpson), cine (además de elaborar guiones, también apareció en algunas películas, entre ellas Roma,
de Federico Fellini) y en infinidad de proyectos más, incluidas dos
fallidas campañas para ser legislador federal, no fue lo único que
definió su existencia.
Gozó de una vida personal rodeada de arte, amantes (contó haber
tenido más de mil relaciones sexuales con hombres y mujeres), y una
relación de 53 años con su compañero Howard Austen (el secreto para
mantenerla, dijo, fue la ausencia de sexo), y una nostalgia de un amor
trágico con Jimmie Trimble, muerto en la batalla de Iwo Jima en la
Segunda Guerra Mundial.
Vidal rechazaba la etiqueta
gay. Para él no había personas homosexuales ni heterosexuales, sólo actos homosexuales o heterosexuales. Sin embargo, su novela La ciudad y el pilar publicada en 1948, una de las primeras con una relación abiertamente gay, no sólo provocó protestas, sino que el New York Times, Time y Newsweek, entre otras, rehusaron reseñar éste y sus siguientes libros (obligándolo a buscar trabajo en televisión y cine, y también a escribir cuentos de misterio bajo seudónimo).
“Ahora que avanzo, con gracia, espero, hacia la puerta marcada con
’salida’, se me ocurre que la única cosa que de verdad me gustaba era ir
al cine. Naturalmente, sexo y arte siempre tenían precedencia sobre el
cine, pero ninguno jamás probó ser tan confiable como el filtro de luz
presente a través del celuloide que proyecta imágenes y voces del pasado
a la pantalla. Así, en un proceso que parece simple, poniendo historia
en pantalla…”, escribió en sus memorias.
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