martes, octubre 16, 2012

Los guerreros de Antonio

  • Tuvieron que crecer sin su amor físico. Aun así, la confianza de que su padre defiende una causa justa es consuelo y orgullo en este otro cumpleaños, en que Gabriel y Tonito no podrán hacer compañía a su héroe
Hoy es el cumpleaños de Antonio Guerrero, uno de nuestros Cinco Héroes encarcelados injustamente en Estados Unidos. Hoy es el cumpleaños de Tony, padre de dos muchachones que no se cansan de admirar a su gigante sensible, poeta, pintor y dueño de un corazón enorme. Y como muchos no saben que Antonio Guerrero y Tony son la misma persona, ¿quiénes mejor que sus dos hijos para describirnos a su héroe?

Quisieran haber estado todo el tiempo junto a él. Pero las circunstancias no lo permitieron. Tuvieron que crecer sin ese amor físico. Aun así, la confianza de que él defiende una causa justa es consuelo y orgullo. Y es que Gabriel y Tonito han alimentado su espíritu durante estos años con las cartas, poemas y escasas conversaciones telefónicas que puede tener su familia con Antonio.


«Mi papá es una persona impresionante. Cada día me emociono más con él. Es muy humilde. Dispuesto siempre a enseñarte cosas nuevas, a apoyarte, a darte consejos. Uno siente su ausencia y ese querer estar ahí con él y poder hablarle todo el tiempo.

«Me sorprende la constante felicidad que transmite a los demás para que uno no se sienta preocupado. Siempre está pendiente de la Universidad, de mi abuela, de las cosas que pasan por la casa, y eso hay que valorarlo mucho, porque saca fuerzas de esa situación tan difícil», expresó Gabriel.

El más joven de los hijos de Antonio nació de la unión de su padre con la panameña Niccia Pérez y siempre había vivido en ese país. Conocía muy poco de la connotación política de la historia de los Cinco porque en Panamá, como en otros lugares, existe un silencio mediático ante esta realidad.

Fue Antonio quien convenció a Gabriel para que viniera a estudiar a Cuba. Ha pasado ya un año de esa primera cita con el pizarrón universitario habanero y aún no cree que ha aprobado las asignaturas de primer año de Ingeniería Automática, por lo difícil que le resulta la carrera.

El mayor de los descendientes de Guerrero expresa: «Mi padre, a pesar de la distancia, siempre ha estado para mí. Un padre excelente es el que sabe guiarte, no importa dónde ni cómo, sino saber que está ahí».
Hoy Tonito trabaja como administrador de redes porque terminó sus estudios de Informática. Y en ese éxito, Antonio tuvo un papel protagónico desde la cárcel que lo intenta separar de su familia.

«Un ejemplo sencillo de esas preocupaciones que siente un padre por su hijo es de cuando empecé a estudiar en la Universidad. Había suspendido varias pruebas y solo me quedaba una oportunidad para permanecer en la carrera. Entonces fui a la visita y le conté de lo “enredado” que estaba.

«Mi padre pudo, no sé de qué forma, conseguir un libro de cálculo en inglés. En el otro encuentro del próximo fin de semana, ya tenía preparado un repaso y me lo dio en las malas condiciones de la prisión, sin usar lápices ni hojas y sin hacer gestos o señas. Pude aprobar gracias a sus breves explicaciones y a las conferencias magistrales (que no sé de dónde sacó) que me terminaron de llegar a través de las cartas».

Los encuentros con su padre

Lo que para Tonito fue un redescubrimiento luego de toda su adolescencia pensando en su padre «como alguien que se había ido y en algún momento iba a regresar para estar conmigo o llevarme con él», para Gabriel fue reemplazar al padre de las fotos por uno de carne y hueso.

«Al principio hubo un inmenso silencio. Había que romper una barrera de muchos años, pues por más que uno escriba cartas y hable por teléfono… no es lo mismo. Esa sensación de darte una mano, un abrazo, un beso...» contó Gabriel rememorando aquella primera visita.

«Tuvimos la oportunidad de hablar a solas, sobre esas cosas que uno necesita saber. Él, tan paciente como siempre, me supo explicar con la sinceridad que lo ha acompañado durante estos años. A partir de ese día hemos tenido más confianza, nos hemos acercado más.

«Ahora es que conozco verdaderamente a mi papá, aunque siempre estuvimos en contacto. Nuestra relación fue fluyendo poco a poco, pero hoy lo veo más profundamente como persona, como padre.

«Me sorprendió su manera de estar contento a pesar de la cárcel. Llegar ahí y ver ese lugar tan tétrico, y ver ese hombre tan lleno de ganas, te da aliento. Cualquiera en esa situación podría echarse a morir. Él no lo hace. Los poemas, pinturas y cartas han sido su mejor forma de salir adelante», recordó.

Tonito recuerda a ese hombre ejercitado que lo llevaba a jugar béisbol y baloncesto y «siempre sacaba un huequito para mí». Pero la realidad que transmitían las fotos y sus memorias no era la misma que lo esperaba en las visitas.

«Un dolor muy grande que hemos tenido es ver el deterioro que tras las rejas un hombre sufre con las presiones y la mala atención. La pérdida del pelo, el daño de las encías, la escasez de sol. Esa ha sido una de las cosas que más hemos sentido. También lo digo por mi abuela y sus operaciones en la cadera. En un momento de la visita, a pesar de la risa, el juego y de toda la armonía que engendramos, uno se da cuenta que han pasado los años», nos dijo.

Ser el hijo de Antonio Guerrero es un privilegio que les ha dado la vida a Gabriel y a Tonito. Un padre tan sensible y valeroso significa fuerzas para seguir aun en una situación como la que han tenido que adaptar a su nueva cotidianidad. Pero a todo no logra adaptarse uno.

El último día de las visitas a la cárcel es el más difícil para la familia. «Cuando te vas y lo ves ahí, te lo quieres llevar, aunque sabes que no puedes. ¿Cómo es posible que una persona con tantos valores y sentimientos se tenga que quedar allí? Eso te parte el alma completamente», describió Gabriel.

«Siempre se llora, porque no es fácil verlo con ese uniforme de recluso salir por la puerta», dice Tonito con palabras entrecortadas, y recuerda que apenas estaba en el preuniversitario cuando conoció la realidad de su padre.

«La vida me dio un vuelco; me di cuenta de cuál había sido la causa de todo y adquirí la responsabilidad y la visión de quién realmente era mi papá. Eso respondió unas cuántas interrogantes que había tenido como ¿por qué se fue?; si era tan bueno ¿por qué no está a mi lado? y también justificó las ausencias a mis cumpleaños, las graduaciones y las reuniones familiares, donde antes lo había tenido», narró.

Un orgullo que inspira

«Ser siempre yo es uno de los consejos que me ha dado mi padre. Soy un cubano más y dondequiera que voy, soy así. No me valgo de su persona. Algunos piensan que recibo beneficios por ser hijo de alguien que hoy es Héroe de la República. Otros esperan que brille más por ser su hijo que por mí mismo. Pero son inmadureces a las que respondo: ¿Quisieras que tu padre estuviera preso?

«Mi papá dejó todo lo que tenía para ofrecerlo a esta Revolución. Esos son sus principios y si fue lo que él decidió seguir, yo simplemente lo apoyo; no vivo de eso. Trato de ser igual que mi padre, pero no soy héroe, lo que tengo es que representarlo donde haga falta», expresó Tonito.

«He tenido que combinar los estudios, las actividades cotidianas y todo lo que hacen los jóvenes de mi edad con la batalla por el regreso de mi padre y sus hermanos. No hay concesiones conmigo; soy un estudiante más, pero con el compromiso de tener a mi papá preso por defender una gran verdad.

«Necesitamos que se ponga fin a la injusticia. Cuando se ve a personas con las enfermedades de mi abuela pensando en los días que le quedan para ver si puede ver libre a su hijo, es algo que impresiona. Ella tiene tremenda fuerza, nunca se queja, y eso nos da aliento e impulso para seguir a nosotros. Hoy no puedo estar más orgulloso de saber quién es mi papá», afirmó Gabriel.

Y el mismo orgullo por sus dos hijos estremece el encierro de Tony. Un encierro que se hace vulnerable ante la fortaleza del amor. Un encierro que el héroe-artista sabe combatir muy bien desde su altura.

Tomado de Juventud Rebelde

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