- Comienza hoy en La Habana el diálogo entre elgobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP), teniendo como punto de partida el desarrollo agrario integral. Mediante este proceso, las partes intentarán mejorar el futuro de esa nación suramericana.
Tras dos años de acercamientos exploratorios, ambas partes se sentarán en Cuba -país garante junto a Noruega-
sobre la base de una agenda centrada en otros cuatro acápites:
garantías para el ejercicio de la participación política, el fin de la
lucha armada, solución al problema de las drogas ilícitas y las
víctimas.
Aunque el acto formal de los diálogos comenzó el pasado 18 de octubre en Oslo, Noruega, hoy será la primera vez que las delegaciones entrarán de lleno en la agenda.
La tierra, “la nuez del conflicto” que obligó a las FARC-EP alzarse
en armas hace casi 50 años, será la constante en el primer día de la
mesa de conversaciones, encabezada por el exvicepresidente Humberto de
la Calle, por el Gobierno, y el comandante Iván Márquez, por la
guerrilla.
El tema agrario ha sido la causa histórica de la confrontación de clases en ese país.
Como afirmaron los insurgentes en sus Reflexiones sobre la Agenda de
La Habana II, el derecho a la tierra va más allá del derecho al suelo y a
su titulación.
Se trata, aseguran, “de un derecho a la reapropiación colectiva,
social, del territorio, como parte esencial del derecho a la vida, al
disfrute de la naturaleza en armonía con ella, a la reafirmación y
desarrollo de las relaciones sociales y de la cultura en el marco de un
desarrollo socio-económico sustentable”.
Los colombianos y los latinoamericanos aguardan con expectativas este
cuarto acercamiento tras los fracasos con los gobiernos de Belisario
Betancur (1982-1986), César Gaviria (1990-1994) y Andrés Pastrana
(1998-2002).
Manejar los diálogos con un “optimismo moderado” ha sido la constante del gobierno de Juan Manuel Santos,
mientras las FARC-EP aseguran que harán hasta lo imposible por buscar
una paz estable, con justicia social y democracia verdadera.
Como declaró en un encuentro reciente con la prensa el jefe de la
delegación guerrillera, el objetivo de las conversaciones es que el
pueblo colombiano logre la soberanía y la justicia social. Solo así,
dijo, depondremos las armas.
Para las fuerzas insurgentes, es necesario que el propio pueblo, que
ha sufrido en carne propia las consecuencias de la guerra, sea el
constituyente primario en el proceso, trace la ruta y defina los
mecanismos de refrendación de la paz.
Aunque el Gobierno ya estableció un posible plazo para terminar las
conversaciones de no haber avance, presumiblemente en junio del próximo
año, las FARC-EP afirman que no quieren un proceso contrarreloj.
“La pretendida paz express que algunos promocionan, por su volátil
subjetividad y por sus afanes, solo conduciría a los precipicios de la
frustración”, subrayó Márquez en el acto de instalación de los diálogos
en Oslo.
(Con información de Prensa Latina)
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