lunes, noviembre 05, 2012

En “El País”, rebelión a bordo

El País
   Por Manuel Medina
 Es evidente que las desgracias no vienen solas. A la catastrófica situación económica por la que atraviesa el periódico El País se viene a unir ahora la batalla interna que ha estallado entre la plantilla y algunos conocidos articulistas, por una parte, y la dirección del periódico, por otra. Las características navajeras del litigio ponen en evidencia que la empresa ha entrado en un proceso de franca descomposición, con una muy difícil marcha atrás.

El pasado domingo los trabajadores de El País se desplegaron a lo largo y ancho de todos los quioscos que cubren la capital del Estado y distribuyeron una carta-denuncia dirigida a los lectores. En ella, los currantes -sobre los que pende la amenaza de un ERE que afectará a un tercio de la plantilla- comunican que el periódico, todavía propiedad de los Polanco, obtuvo la friolera de €1.800.000 de beneficios en los primeros seis meses de este año. En su misiva, además, añaden que Juan Luis Cebrián cobró la no menos suculenta cifra de 13 millones de euros en el año 2011, lo que significa un “salario” diario equivalente a €35.600 mondos y lirondos.


Ni que decir tiene que la “indiscreción” de los asalariados provocó que su director, Javier Moreno, montara en cólera y publicara a su vez una “carta abierta” a los trabajadores, en la que mostraba su bochorno por el intento de éstos de “involucrar a los lectores” en los trapos sucios de la empresa. Tratando - decía - de “socavar la calidad del diario y deteriorar gravemente el valor periodístico de la marca”. No deja de ser llamativa la peculiar imbecilidad de un director que encima de querer poner a sus empleados de patitas en la calle pretenda que estos mantengan un pacto de silencio con la empresa que los envía a las filas del paro y a un incierto futuro.

“Trasladar el conflicto al exterior - decía en su carta el plumífero - deteriorando la credibilidad del diario y de quienes son responsables del mismo contribuye a perjudicar aún más la complicada situación que sufre actualmente nuestra profesión y desde luego entorpece la buena voluntad negociadora de las partes”.

Pero no sólo han sido sus asalariados los que disparan con bombas contra el bastión de papel de Felipe González y Cía. En estos momentos de zozobra e incertidumbre ya son algunos los articulistas consagrados que han iniciado su desembarco de la nave que hace aguas de popa a proa, tratando de marcar sus equidistancias con el equipo que hasta ahora ha llevado el timón de este buque de corsarios mediáticos.

El fuego graneado contra el puente de mando de la nave psocialista comenzó cuando hace unas semanas Maruja Torres se despachó de esta guisa en el Aula Magna de la UAB. “Cebrián nunca asumió no ser el hijo carnal de Polanco. Es rencoroso y pijo, pero un pijo sin conciencia. Decía que estaba salvando el periodismo, que había un cambio de paradigma. 

Mentira. Perdió 5.000 millones de euros jugando al capitalismo de casino, comprando radios en Miami y teles latinoamericanas que no valían nada. Quería ser un tiburón de Wall Street pero era una sardinita que todo lo hizo mal. Se pulió las ganancias del trabajo de todos nosotros en la aventura del mejor diario de la democracia española. Cebrián era un quiero y no puedo, un cateto”.
Al rencor de la Torres no ha tardado en unirse el periodista Enric González, que también puso bonito a Juan Luis Cebrián, diciéndole que le causaba “horror y una cierta repulsión” que “más de diez docenas de periodistas sean despedidos de un periódico que baña en oro a sus directivos y derrocha el dinero en estupideces”.

Otro habitual de El País, el historiador socialdemócrata Santos Juliá, oráculo académico de la España de la Monarquía, ha querido también dejar constancia de su desafección por una dirección empresarial que parece estar ya en almoneda. En la columna de Juliá, que viene publicando desde 1994 en el suplemento dominical del diario, fue censurado su artículo correspondiente al pasado domingo titulado “Desigualdad como antesala de la ruina”, en el que se hacían alusiones a la situación del periódico. 

En la edición de papel de El País, su director Javier Moreno deslizó sus ágiles tijeras censoras suprimiendo algunos de los párrafos escritos por Juliá. No obstante, posiblemente por un descuido o porque alguien lo filtró intencionadamente, el escrito se publicó íntegramente en la versión digital, para ser censurado nuevamente después de transcurridas varias horas. ¿Se imagina el lector los titulares con los que se hubieran encabezado las principales páginas de El País si el tijeretazo en lugar de aplicarse en su propia redacción se hubiera producido en la del Granma cubano?

Sin embargo, no deja de asistirle cierta buena suerte envenenada al bastión socialdemócrata en estos tiempos de incertidumbres. La banca española ha decidido no abandonar a la familia Polanco a su suerte. 

 Timón, una de sus sociedades de cabecera, llegó a un acuerdo con sus entidades acreedoras para extender hasta el 2015 el pago de la deuda que tenía pendiente y que rozaba los 300 millones de euros. Con esta refinanciación la empresa ha ampliado el plazo de amortización del préstamo con un vencimiento único a tres años. Es decir, hasta el año 2017. Pero, ojo, que la Banca no proporciona nada gratis. 

No es casualidad que el aplazamiento de los créditos coincida justamente con el desembarco de las entidades financieras en el Grupo Prisa. Será dentro de dos años, en el 2014, cuando el Santander, La Caixa y HSBC harán efectivo el canje de deuda por capital pactado por la compañía por un importe de 334 millones de euros. Una operación que los convertirá en los principales accionistas de la empresa. No hay, empero, ningún motivo para la preocupación: todo continuará quedando en casa.

(Tomado de Rebelión)

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