La pupila insomne
No existe un embargo bilateral contra Cuba como afirma mendazmente el gobierno de Estados Unidos.
Existe un bloqueo de carácter extraterritorial con el que mediante
gravosas sanciones a terceros países la potencia dificulta
extraordinariamente las relaciones económicas de Cuba. Incurre por ello
en una violación flagrante de la soberanía de los estados y de su
derecho a comerciar libremente y en un gravísimo atentado al derecho internacional y a la Carta de la ONU.
El bloqueo viola también el derecho
internacional por tratarse de una medida genocida según la definición de
la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio que
se refiere a actos “perpetrados con la intención de destruir, total o
parcialmente, un grupo nacional étnico, racial o religioso, como tal.”
El carácter genocida del bloqueo se expresa en dolorosos hechos
cotidianos repetidos durante más de medio siglo. Entre ellos el
agravamiento de dolencias curables o la muerte de cubanos de todas las
edades por falta de fármacos o dispositivos oncológicos, cardiológicos
y, en general, médicos, cuya venta es negada por Estados Unidos a la
isla a conciencia de que no existe otro proveedor. Y es que
precisamente el genocidio es el objetivo más importante del bloqueo
según lo consigna con insuperable elocuencia un memorándum del
Departamento de Estado escrito tan temprano como el 6 de abril de
1960: “el único medio previsible para enajenar el apoyo interno es a
través del desencanto y el desaliento (…) debe utilizarse prontamente
cualquier medio concebible para debilitar la vida económica de Cuba (…) a
fin de causar hambre, desesperación y el derrocamiento del Gobierno”.
Algunas muestras de la
extraterritorialidad del bloqueo: a los buques extranjeros que tocan
puertos cubanos se les prohíbe ingresar a Estados Unidos durante 180
días; los productos de cualquier país que contengan más de un 10 por
ciento de componentes cubanos –el caso del níquel- no pueden ser
vendidos al mercado estadunidense; los fabricantes de productos que
contengan más de 10 por ciento de componentes estadunidenses tienen
prohibido venderlos a Cuba.
Hay más, a los ejecutivos y sus familiares
de la compañía canadiense Sherrit se les negó la visa estadunidense
desde que aquella invirtió en el níquel cubano y la española Sol Meliá
debió decidir entre mantener sus inversiones en Cuba o continuar las que
tenía en el estado de Florida. Hasta los programas de salud infantil
de la ONU en la isla se ven afectados pues Washington no permite que con
sus fondos se adquieran críticos medicamentos y tecnología de
fabricación estadunidense.
Aunque la primera administración de Barak
Obama flexibilizó los viajes y las remesas de los cubanoestadunidenses a
la isla y ha posibilitado algunos viajes de intercambio académico y de
grupos artísticos cubanos a Estados Unidos(sin cobrar por sus
actuaciones), al mismo tiempo ha llevado a extremos sin precedente la
aplicación extraterritorial del bloqueo y la persecución de las
transacciones financieras de Cuba.
Es el caso del banco holandés ING, al
que el Departamento del Tesoro yanqui le impuso en junio de este año
una multa por 619 millones de dólares -la mayor en la historia de la
medida punitiva- debido a que realizó operaciones en dólares con Cuba a
través del sistema financiero estadunidense. También le prohibió
continuar sus transacciones con la isla. Otra, la empresa sueca Ericsson
fue multada por el Departamento de Comercio estadunidense por 1.75
millones de dólares debido a que su filial panameña reparó en Estados
Unidos equipos cubanos.
El bloqueo ha infligido daños a Cuba por
un billón de dólares considerando la devaluación de esta moneda respecto
al oro, pero el dato no alcanza a explicar el enorme obstáculo que
implica al desarrollo económico de la isla dada la omnipresencia
dictatorial de Washington en una economía totalmente mundializada. La
industria turística cubana, por ejemplo, ha florecido notablemente pero a
los estadunidenses –su mayor mercado potencial- se les prohíbe viajar a
Cuba.
Lo más paradójico es que esta política no cuenta con apoyo
ciudadano en Estados Unidos pues existe una fuerte corriente partidaria
de ponerle fin y normalizar las relaciones con su cercano vecino. La
semana entrante la Asamblea General de la ONU pedirá el levantamiento
del bloqueo por vigésimo primera año consecutivo. ¿La escuchará el
reelecto inquilino de la Casa Blanca?
Twitter: aguerraguerra
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