martes, diciembre 11, 2012

Joelmir y Fidel

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Por Frei Betto
 
Conocí a Joelmir Beting en la década de 1980. Debido a sus sutiles comentarios económicos críticos de la dictadura, flanqueados de metáforas e imágenes brillantes, lo invité a dar una conferencia en la Semana del Trabajador, en São Bernardo do Campo.

Poco después le sugerí a Fidel Castro, interesado en conocer mejor la economía brasileña, que invitara a Joelmir a visitar Cuba. Desembarcamos en La Habana el jueves 9 de mayo de 1985.


Fidel le preguntó al periodista brasileño:


–¿Cuál es su trabajo diario?

–Hago una hora y media de programa de radio y por la noche media hora de televisión. También escribo una columna diaria, reproducida en 25 periódicos.

Joelmir le contó su historia personal: era hijo de un trabajador eventual ya muerto, como tantos otros campesinos de hoy, por culpa de la caída del camión que lo llevaba a su trabajo.

Creció entre las labores de la caña y el café, criado por el venerable sacerdote Donizetti en Tambaú, en el interior de São Paulo. Estudió Ciencias Sociales en la Universidad de São Paulo y trabajó como maestro de primaria, lo cual le dio facilidad para traducir lo relativo a la economía en un lenguaje accesible.

–¿Hay mucha caña en São Paulo?, preguntó Fidel.

–Produce el 75% de toda la caña de azúcar del Brasil -aclaró Joelmir, que aprovechó la ocasión para hacer a su vez una pregunta: ¿Qué lee usted cada día?

–Todas las mañanas recibo un montón de páginas con las noticias del día seleccionadas por índice: Cuba, azúcar, Estados Unidos, etc. Primero reviso las fuentes. Sé que las agencias de los Estados Unidos no son imparciales. Empleo en esto entre una hora y hora y media. Así me formo una visión global de todo lo que las agencias internacionales informan sobre cada tema.
–Nadie conoce el ordenador que el ser humano tiene en la cabeza, comentó Joelmir. ¿Cómo es su trabajo?

–Es un trabajo tenso, difícil, que encierra una responsabilidad muy grande. Pero uno se acostumbra. Trato de aprender en conversaciones con los visitantes. A través de amigos sé lo que se piensa en muchos países.

–¿Y a usted le gusta hablar en público?

–Tengo miedo escénico. Hablo de improviso, porque al pueblo no le gustan los discursos escritos. Parto de argumentos. Es cierto que llego tenso, pero la reacción del público estimula. 

Llego como alguien que se presenta a un examen. Cuando debo hablar acerca de la salud, por ejemplo, necesito memorizar las cifras. Se trata de grabar los índices de mortalidad infantil, y lo consigo pronto. Es más difícil cuando el problema está determinado por quince o más factores. Tengo que dominar el tema y ordenarlos. Hay gente que explica lo que no entiende. 

Yo, si no domino un tema, no trato de explicarlo.

–¿Está realizado en Cuba el proyecto social?

–Sí, en lo esencial.

–¿Es éste el modelo cubano?

–Hay mucho de cubano. El sistema electoral es todo cubano. Cada circunscripción, con diezmil electores, elige a su delegado al Poder Popular. Votan los vecinos. Y son ellos quienes proponen un nombre para delegado. Sugieren un máximo de ocho nombres y un mínimo de dos. El Partido no se mete en eso. Quedan elegidos los que obtienen más del 50%. Esos delegados conforman la Asamblea Municipal y eligen el poder ejecutivo municipal. Después se reúnen las comisiones, integradas por el Partido y por las organizaciones de masas, para elegir los delegados de la provincia y los 500 diputados de la Asamblea Nacional. Más de la mitad de los cuales sale de la base. 

Cada tres meses se reúnen los vecinos con el delegado de la circunscripción para evaluar su trabajo. E incluso pueden quitarlo. Este sistema donde la población propone los candidatos que integrarán la mitad de la Asamblea Nacional es la democracia de abajo hacia arriba. No es como pasa con los políticos burgueses quienes, después de elegidos, pasan cuatro años sin presentar cuentas y sin que puedan exigirles nada. El Poder Popular nombra al responsable de la salud en la provincia pero, para evitar choques, se consulta antes al Ministerio. Es una forma de evitar tensiones entre el Poder Popular y el poder central.

El diálogo entre Fidel y Joelmir fue reproducido en forma de entrevista en todos los diarios brasileños para los que trabajaba Joelmir en aquella época y, en agosto de 1985, fue editado en un libro por la editorial Brasiliense con el título de Los intereses subversivos.

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