Hiroshima, después de la caída de la bomba atómica |
Por Sergio Rivero Carrasco
Un poema sin firma ha circulado por Internet y no logro
alcanzarlo después de algunas búsquedas, porque hoy me hubiera hecho mucha
falta encontrarlo. Recordaba que por el año 1968, cuando yo era estudiante del
Instituto Pedagógico Enrique José Varona, formaba parte del grupo de teatro que
dirigía el afamado maestro de las tablas cubanas Tito Junco. En un acto inédito
hasta ese momento, como parte de un ejercicio que debía medirse la actuación y
la capacidad de cada uno para desdoblarse, nos presentó un libro titulado “Hiroshima:
Cien poemas a la paz”, del que no logro recordar su autor después de pasados
tantos años, solo para que incorporáramos algunos personajes y lográramos
representar lo que sucedió en Hiroshima y Nagasaki cuando cayó la bomba atómica. ¡Difícil
encomienda!
Había estudiado en mis clases de historia lo que sucedió en
esa ciudad el 6 de agosto de 1945, como actitud irresponsable del Presidente de
los Estados Unidos Harry Truman contra el imperio Japonés, pero hasta ese
momento nunca había interiorizado lo que le pudo suceder a Claude Robert Eatherly,
el hombre que mandó a accionar el mecanismo del avión para dejar caer sobre
Hiroshima “la Primera Bomba Atómica de la Historia”, como decía parte del texto
del personaje del piloto que encarné y supuse que había terminado su vida confinado
en un sanatorio mental por haberse vuelto loco después de “la proeza”.
Entre relámpagos, efectos luminosos y ruidos provocados por
la música aleatoria de Juan Blanco, se movía una amalgama humana multicolor
como consecuencia de los supuestos efectos de la bomba; representábamos a los
más de 260 000 muertos de Hiroshima y Nagasaki, en una desgarradora imagen que
hizo poner de pie a un público joven igual que los actores, pero que no
resistió el impacto por tanta inhumanidad.
Ese repudio fue el mismo
que se manifestó en todo el mundo en 1945 cuando las imágenes y la
noticia recorrieron el orbe y mostraron las verdaderas esencias del
imperialismo norteamericano en un acto de fuerza que no ha cambiado, aunque ya
hayan pasado 68 años de aquel hecho. Ejemplos sobran en esta época convulsa y
con las patas hacia arriba.
Hoy la humanidad toda siente profundo pesar por esos hechos
y honra a sus muertos, mientras ve con tristeza cómo se acelera la carrera armamentista
nuclear en manos de los propios irresponsables y sus aliados, los mismos que
llevaron la pena al mundo con los elevados hongos producidos por sendas
explosiones nucleares.
Una amiga de la red, haciendo un comentario sobre esos
hechos me decía: “Si no nos ponemos todos a reflexionar…es increíble, pero tan cierto, que
el hombre no aprendió nada, vive de su ambición y para su ambición como si su
vida fuera eterna, increíblemente existen quienes encuentran felicidad causando
dolor ajeno, y quienes son felices amontonando dinero sin saber ni para que lo
quieren, tan fríos como témpanos de hielo, robotizados, insensibles, máquinas
hechas para el consumo¡¡¡ Ah!!!! Sin
sentimientos.. ¿Y cómo se arregla esto? Yo solo quiero soñar porque sé que si
me despierto no podría respirar de tanto miedo a lo incierto de lo que pueda
pasar. El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra (
Yo creo que muchas más). Y sigue sin aprender nada, aunque mire para atrás solo
verá hasta dónde su nariz se lo permita". ¡Cuánta razón!
Si el maestro Tito Junco estuviera hoy junto a nosotros,
estoy seguro de que lograría ilustrar de nuevo ese hecho con el mismo
sentimiento conque logró levantar un teatro y aplaudir hasta el infinito en
señal de condena, como la cruel imagen que perdurará hasta la eternidad.
MUESTRA GRÁFICA
Hongo de la bómba atómica de Hiroshima |
La bomba en Nagasaki el 9 de agosto de 1945 |
Destrucción por doquier víctima de la irresponsabilidad Yanqui |
El mismo edificio de la imagen anterior 68 años después |
Oliver Stone, en Hiroshima rinde honor a los caidos |
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