domingo, noviembre 03, 2013

Dinámica que ciega (+ Fotos)


Mi nietecita y sus amiguitas disfrutan ese ambiente narural

Texto y fotos: Sergio Rivero Carrasco
 
La vida de las personas se torna cada vez más dinámica, estimulada por la inmediatez de los sucesos, las telecomunicaciones que nos permiten conocer lo que sucede en el otro lado del mundo en fracciones de segundos, en la vida laboral que nos absorbe más de la mitad del tiempo que la naturaleza nos ha dado cada día y sobre todo, esta vida virtual que atrapa, compromete, captura y hasta enferma, que impide poder saciar nuestras mínimas necesidades espirituales en unos pocos minutos que dediquemos al día.

Admiro a las personas que día a día dedican unos minutos a ver el sol, a disfrutar de las fuertes jornadas agrícolas o los que por un placer especial pululan en los parques, leen un libro en ese entorno, acompañan a sus pequeños hijos o nietos a jugar en esos sitios tan preferidos sobre todo en las granes ciudades.


Pero a veces tenemos esa oportunidad en la punta de la nariz, y somos incapaces de apreciarlas en la medida que ellas pueden llevarnos a ese éxtasis humano por lo bello y lo noble que, detrás están las manos de personas que amamos, esas que le dedican siempre  un minutico de su vida y aunque concluyan muy cansados, sienten la satisfacción cuando alguna persona les diga: ¡Qué hermosas están tus plantas! ¡Ese patio es un primor! ¡Aquí uno llega y se relaja! ¡Esta imagen es paradisíaca! ¡Cómo me gusta estar aquí!

Hoy amanecí con esas necesidades y dediqué unos minutos en dar un paseo por mi entorno inmediato, ese que siempre veo corriendo casi sin aparecer las primeras luces del sol y regreso cuando la luna puja por salir; entonces, es que me di cuenta de cuánta hermosura tenemos reunida en pequeñas cosas que ensanchan el corazón y multiplican la admiración por esas personas que, como mi esposa y mi hijo mayor, dedican un  tiempo cotidiano para verlos resplandecer.

Para ellos, mi mayor respeto, y el compromiso de dejar de mirar para seguir apreciando lo que los seres humanos necesitamos y en ocasiones, como me sucede, la dinámica me pone vendas en los ojos y me deja a ciegas.

Aquí les muestro esas insignificantes maravillas que nos hacen más humanos.

Los cactus siempre enriquecen el ambiente interior
 





Una mata de frutabomba florecida
Ya la otra viene dando sus primeros frutos
Los cocoteros abastecen todo el año
La cepa de esta planta de babano ya crece

A lo lejos el arbol del Mapén o fruta del pan, rico para freír
El centenario mamoncillo vigila desde su altura

Muy pronto comenzarán a crecer los ajíes
Diminutas flores enriquecen el entorno
El árbol del Nim sirve para todo y crece magestuoso
Ya esta tare sus frutos. Pronto se reproducirán
Las arecas, casi palmas adornan el entorno
El tronco de este árbol del Nim fue trenzado
cuando pequeño y así creció
Este helecho arborescente dellumbra por la brillantez y fuerza del color
En hilera para escoger
Esta begonia nos ofreció su prir regalo: la flor
Esta llamada Mala madre, es buena porque
mantiene vigorosa a sus hijas
Chamadorea, malangonas trepadoras, singónio, se
ponen de acuerdo para ocupar cada una su espacio
Esta es la llamada varita de Santa Bárbara,
hermosa y casi lista para ocupar su lugar
Ellas compiten por el elogio del conjunto
 GRACIAS A TODOS LOS QUE HAN HECHO MI RECORRIDO HASTA AQUÍ

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