Por Hugo Huguet Blanco
El reciente anuncio de la derogación de los privilegios a los cubanos de la llamada política de Pies Secos –Pies Mojados ha desencadenado una serie de reacciones que no dejan de asombrarme.
Algunos ven la medida como un paso importante en el difícil trayecto para normalizar las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, teniendo en cuenta que la legislación incita a emigrar hacia ese país de manera ilegal, vía por la cual numerosas personas han perdido la vida en busca del sueño americano.
Lo que más me llama la atención es que del lado de los que se oponen están los tradicionales politiqueros de Miami, la archidesprestigiada disidencia y los ingenuos que ven en la medida un despojo de una “conquista social”.
Durante más de 50 años, hemos vivido una situación migratoria muy tensa. Lanzarse al mar ante una situación desesperada o aventurarse a una travesía en extremo peligrosa a través de 7 países en manos de “Coyotes” no sólo significaban el descontento y el derecho a residir en otro lugar, sino que se traducía en la certeza de un destino seguro que esperaba con los brazos abiertos y muchas comodidades migratorias.
¿Se habrían lanzado al mar si sabían que serían deportados inmediatamente? Los Estados Unidos reconocen la realidad que todos conocían, y la verdadera cara de la migración es revelada a los cubanos tal y como es, no con privilegios.
Empiezan otros retos, y otros contextos. Hoy comienza la dura verdad de la migración hacia Estados Unidos que los cubanos nunca conocimos, pero que otros en el continente llevan años cabalgándola. Fuimos privilegiados políticamente en desventaja con la propia realidad, cuando se intentaba maquillar de política a una migración eminentemente económica.
Hoy se pone orden, sensatez, cordura. No hay cantos de sirena, ni sirenas hermosas convidándonos. ¿De dónde sacamos la historia de que somos seres superiores al resto de nuestros hermanos latinoamericanos? El que desee emigrar, lo tendrá que hacer de forma legal y ordenada, en un escenario que tendrá mucha complejidad con la nueva administración estadounidense.
El reciente anuncio de la derogación de los privilegios a los cubanos de la llamada política de Pies Secos –Pies Mojados ha desencadenado una serie de reacciones que no dejan de asombrarme.
Algunos ven la medida como un paso importante en el difícil trayecto para normalizar las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, teniendo en cuenta que la legislación incita a emigrar hacia ese país de manera ilegal, vía por la cual numerosas personas han perdido la vida en busca del sueño americano.
Lo que más me llama la atención es que del lado de los que se oponen están los tradicionales politiqueros de Miami, la archidesprestigiada disidencia y los ingenuos que ven en la medida un despojo de una “conquista social”.
Durante más de 50 años, hemos vivido una situación migratoria muy tensa. Lanzarse al mar ante una situación desesperada o aventurarse a una travesía en extremo peligrosa a través de 7 países en manos de “Coyotes” no sólo significaban el descontento y el derecho a residir en otro lugar, sino que se traducía en la certeza de un destino seguro que esperaba con los brazos abiertos y muchas comodidades migratorias.
¿Se habrían lanzado al mar si sabían que serían deportados inmediatamente? Los Estados Unidos reconocen la realidad que todos conocían, y la verdadera cara de la migración es revelada a los cubanos tal y como es, no con privilegios.
Empiezan otros retos, y otros contextos. Hoy comienza la dura verdad de la migración hacia Estados Unidos que los cubanos nunca conocimos, pero que otros en el continente llevan años cabalgándola. Fuimos privilegiados políticamente en desventaja con la propia realidad, cuando se intentaba maquillar de política a una migración eminentemente económica.
Hoy se pone orden, sensatez, cordura. No hay cantos de sirena, ni sirenas hermosas convidándonos. ¿De dónde sacamos la historia de que somos seres superiores al resto de nuestros hermanos latinoamericanos? El que desee emigrar, lo tendrá que hacer de forma legal y ordenada, en un escenario que tendrá mucha complejidad con la nueva administración estadounidense.
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