Por Sergio I. Rivero Carrasco
“(…) era, (…) de alma
como un niño ante la
pena de sus compañeros, fuerte en la pelea, débil en
el cariño, casi paternal, que a todos nos ofrecía”.
General Francisco de Paula Valiente
pena de sus compañeros, fuerte en la pelea, débil en
el cariño, casi paternal, que a todos nos ofrecía”.
General Francisco de Paula Valiente
La
historia patria se vive día a día desde que hace más de 150 años los patriotas
mambises con machete en mano decidieron luchar por la independencia de Cuba del
coloniaje Español. Uno de esos eternos combatientes que se recogen en los
libros y en la estima de los cubanos es José Maceo Grajales, quien con la
estirpe de los Maceo hizo temblar a sus enemigos y ganó el epíteto de “El León
de Oriente”, participando durante 28 años en las tres guerras por la
independencia de Cuba en las que alcanzó los mayores honores dentro del campo
insurrecto y de soldado llegó a ostentar el grado de Mayor General del Ejército
Libertador.
Su colosal
hoja de servicios y la intrepidez desplegada en el campo de batalla lo llevaron
a
ser imprescindible y ganar la honra entre la tropa y los principales jefes mambises.
En una ocasión salvó la vida de su hermano Antonio, y fue cuando el mayor de
los Maceo Grajales resultó gravemente
herido de siete balazos en Mangos de Mejía, en 1877, y José, junto a María
Cabrales, la esposa del “Titán”, lo defendió con pasión y celo, con ese
que distinguía las relaciones y el amor entre hermanos y el de su esposa.
Entre
las muchas ocupaciones que tuvo José, fue las de leñador, soldado, guía,
centinela, sanitario y jefe astuto, quien caminó muchas veces hacia atrás para
despistar al enemigo, y así evitó que el general Antonio cayera en manos de los
cientos de soldados españoles que le seguían el rastro a la pequeña comitiva,
pisándole los talones como fieras. Pero
antes, en el feroz combate de Cafetal La Indiana, en 1871, resultó Antonio
quien había salvado la vida de José, arriesgando la suya. También formó parte
de la expedición que condujo Flor Crombet y que desembarcó por Duaba el primero
de abril de 1895.
José Maceo con la Máxima Dirección de su ejército |
José
Marcelino Maceo Grajales fue uno de los siete hijos varones frutos del insigne matrimonio
entre Mariana
Grajales, la indómita cubana descendiente de dominicanos, con el venezolano
insurgente Marcos Maceo. Vio la luz el 2 de febrero de 1849 en la antigua
provincia de Oriente y a los 47 años lo
sorprendió la muerte al caer mortalmente herido en pleno combate que tuvo por
escenario la Loma del Gato el 5 de julio de 1896.
Sepulcro de José Maceo |
Fue
José Maceo Grajales un gran hombre preocupado por sus soldados, con alta
sensibilidad musical, muy valiente, conocedor el arte de la guerra, diestro y
maduro, se convirtió en un verdadero guerrero; pero colérico, temperamental y con
poca paciencia. Tuvo una familia sencilla,
en la que primó la honradez y en la que el amor a la libertad fue un distingo
permanente. Conformó su personalidad, en la cual destierros, prisiones,
heridas, persecuciones, intrigas y discriminación forjaron un recio carácter.
La
historia nos ha confirmado que José Maceo con sus 1500 combates y las casi dos
decenas de heridas en su cuerpo, a 123 años de su caída en combate, se nos
muestra como un paradigma de revolucionario independentista, un hombre todo
verdad amante de la libertad, estirpe de la familia Maceo-Grajales y su ejemplo
de patriota valiente, lo mantiene vivo
en las nuevas generaciones como un eterno combatiente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario