viernes, septiembre 06, 2019

Justo en la médula del corazón



Por Sergio Rivero y Abel Pérez

Indolencia, es la incapacidad de conmoverse o
sentirse afectado por algo; pereza, decidía e
insensibilidad,
y la indisciplina se considera
como insubordinación, insolencia...

Hoy en muchos sitios señorean y tal como si fueran invisibles la indisciplina y la indolencia, se permiten por compañeros y jefes sin que nada suceda, sin darse cuenta de que la disciplina laboral, el cumplimiento de las normas laborales establecidas y las muestras de educación y cívica, se encuentran precisamente en el centro del corazón, de la voluntad y los valores, tal si fueran la médula, una diana, muchas veces difícil de acertar por la mala puntería y falta de profesionalidad de los tiradores de los dardos.


Constantemente se recalca por el presidente cubano Miguel Díaz-Canel, que para pensar como país lo primero que tenemos que lograr es el sentido de pertenencia, la disciplina, los valores morales que hacen grande al hombre, la conciencia de que cada día debo aportar al máximo para beneficio del país exactamente desde el puesto de trabajo. No se han pedido actos heroicos, sino labor cotidiana que promueva los buenos hábitos de vida, la decencia, la buena comunicación y el amor por lo que se hace.


Las administraciones disponen de un valioso e insustituible instrumento para medir el cumplimiento de las obligaciones del trabajador. Su calificación está vinculada al cumplimiento de los deberes establecidos en el puesto de trabajo y por tanto, en ocasiones incide sobre el salario que se percibe: Es la Evaluación del desempeño, cuyos responsabilizados con la aplicación son los Jefes inmediatos con carácter mensual, trimestral y/o anual. La problemática se ubica hoy en el carácter subjetivo de la valoración, la categoría que algunos evaluadores aportan por simpatía, no por los resultados objetivos alcanzados por los subordinados para “no afectarles su salario” ni buscarse problemas. En realidad pierde autoridad y moral al "beneficiar" al trabajador, pero perjudica a la sociedad que necesita y merece ser bien atendida.

Hay personas que se desvinculan del sector estatal y van hacia el privado, enseguida se adaptan a las reglas de juego y por lo general trabajan más y a veces ganan menos, también en ocasiones pierden otras consideraciones.


En la base organizativa y normativa de las institución cubanas,  se encuentran el obligatorio cumplimiento del Código de Trabajo, existen además el Reglamento Orgánico, el Manual de Organización y Funcionamiento, el Convenio Colectivo de Trabajo y de manera regulatoria, el Reglamento disciplinario Interno que se deriva del establecido por su sector o institución al más alto nivel; Si ello se adecua a las condiciones específicas de cada colectivo laboral y los encargados de conducirlos lo convirtieran en un instrumento de trabajo cotidiano, otro gallo cantaría.

Mientras no se apliquen las normativas vigentes, nos alejaremos cada vez más de la solución, de los maltratos y las indisciplinas laborales y sociales que tanto daño y de todo tipo le hacen al país. No es posible que algunos impunemente continúen en el equipo de los "que no quieren buscarse problemas" echándole la culpa quien no la tiene, permitiendo que los indisciplinados, aunque son minoría, se conviertan en líderes negativos para enfrentar la justa aplicación de las normas por parte de las administraciones, porque en sus cargos van implícitas la representatividad de la propiedad de todo el pueblo y no solo de sus empleados.


De lo que se trata es de unir esfuerzos entre las administraciones, los colectivos de trabajadores, secciones sindicales, organizaciones políticas y sociales, para crear un clima favorable al cumplimiento de las normas, el control y su estimulación, el trabajo en equipo,  incidir con más intencionalidad y rigor en esas problemáticas que se ubican justo en el centro de la diana, para avanzar hacia una sociedad con mayor bienestar y realización.

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