sábado, abril 04, 2020

Seis décadas de brutal diatriba


Por Sergio I. Rivero y Abel Pérez
                                 

Como se evaluaba en un comentario publicado aquí por estos días, el mundo se debate hoy entre la verdad y la mentira, entre el humanismo y la falta de humanidad, entre la avaricia y la pobreza, pero también entre las mujeres y hombres que han hecho historia por el papel que han abrazado en las transformaciones de su tiempo los cuales podríamos señalar como “históricos”, y los que se han dedicado servir oportunistamente y con posturas mercenarias a los que les pagan por asumir conductas degradantes sobre su Patria, la Revolución y sus líderes, formando la algarabía en las redes sociales cuando algún seudo-artista vende su imagen al diablo convirtiéndose en “histéricos” acusadores. Para ellos nada que salga de Cuba les acomoda y se convierte en motivo de burda agresión, como lo es ahora la posición asumida por las medidas de protección del país contra la pandemia de la Covid-19.


De eso se trata hoy, de hablar acerca de los históricos y los histéricos en afrenta ética
Desde el triunfo de la Revolución Cubana, Miami se ha convertido en la base de operaciones de Estados Unidos contra Cuba, lo han intentado todo, utilizando una de las más antiguas "tecnologías" en sus versiones más modernas, el dinero. De eso han vivido y viven muchos de los nacidos aquí, en carrera acomodada que suma ya con más de 60 años anclados en la ignominia.

Los que tienen tanto talento, dicen tener o creen tener, deben usarlo para ayudar a su pueblo y no para  prestarse a mancillarlo, denigrarlo, agredirlo y causarle sufrimientos desde su propia tierra o desde otras que no les pertenece y nunca les pertenecerá. Los resentimientos y ambiciones personales los alejan de lo mejor y más puro del ser humano, y los convierte en verdaderos depredadores del bienestar y la felicidad de los que no tienen culpa ni responsabilidad de los males a los que se enfrenta el planeta: las enfermedades, los fenómenos naturales, las guerras y la codicia desmedida.

A pesar de la injusticia manifiesta por doquier, la historia ha demostrado que los ricos siempre han sido más ricos y los pobres siempre han sido más pobres. Lo único que tiene cierta igualdad entre los unos y los otros es que viviremos al final de nuestras vidas en el mismo lugar. Deben tener presente la necesidad de que piensen con sus propias mentes, no con la de los que los quieren manipular para hacernos daño nosotros mismos, incluyendo a sus familiares. Los ricos tienen asegurado el futuro de su familia por generaciones, los pobres no tienen asegurado ni el presente, pero lo que sí es cierto, es que mañana será tarde si no razonamos hoy.

Los resentidos no se cansan de denigrar de los líderes históricos de la Revolución, que no son solo Fidel, Raúl, Ramiro, Guillermo, Almeida, Camilo, el Che. También lo fueron y son Martí, Céspedes, Maceo, Agramante y todos lo que dieron sus vidas en las luchas revolucionarias, aquí y en las misiones internacionalistas, y los que con su arte y su cultura han puesto muy en alto la gloria de la nación, comenzando por el autor del himno de Bayamo, y quienes enarbolaron la cultura como escudo y espada de la nación y no en contra de  la nación. Pero también lo hacen contra los que hoy, como parte de este pueblo se entregan a la obra revolucionaria por considerarla la más justa y humana que ha tenido nuestro país a pesar de soportar por 60 años la bota yanqui al querer destruirla.

Fue entonces en fecha tan cercana al triunfo que 17 de marzo de 1960, cuando el Dwight D. Eisenhower, presidente de Estados Unidos, aprobó un  documento titulado “Un programa de acción encubierta contra el régimen de Castro”, y en cuyas memorias el propio Presidente de la época expresó: “El 17 de marzo de 1960 yo le ordené a la Agencia Central de Inteligencia que comenzara a organizar el entrenamiento de los exiliados cubanos, principalmente en Guatemala, para un posible día futuro en que ellos pudieran regresar a su país”.

Siguiendo el guión yanqui, los objetivos respecto a Cuba siempre los han tenido claro y los cumplen al pie de la letra desde hace seis décadas cuando Lester Mallory, Secretario de Estado Asistente manifestara en su proclama con respecto a Cuba: “La mayoría de los cubanos apoyan a Castro. No existe una oposición política efectiva, El único modo efectivo para hacerle perder el apoyo interno al gobierno es provocar el desengaño y el desaliento mediante la insatisfacción económica y la penuria. Hay que poner en práctica todos los medios posibles para debilitar la vida económica, negándole a Cuba dinero y suministros con el fin de reducir los salarios nominales y reales con el objetivo de provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del Gobierno”.

Hasta ellos mismos reconocieron muy temprano que el pueblo cubano apoyaba incondicionalmente a la Revolución como lo ha hecho en aplastante mayoría hasta hoy, y su objetivo siempre ha sido destruir a la revolución causándole daños y carencias a la familia y al pueblo cubano; también son conocidos los datos de lo que ha representado esta criminal política contra Cuba y hay quien erróneamente piensa que este país vive de las remesas provenientes de Estados Unidos,  a los familiares, no el Estado Cubano. 

Los histéricos hipercríticos olvidan que este país vive del esfuerzo y el sudor de sus trabajadores y parecen también desconocer que Cuba pierde 12 millones de dólares cada día debido a las hostiles vueltas de tuerca del bloqueo, como cierran los ojos para desconocer que el presupuesto de gastos para este año 2020 es de 66 mil millones de pesos; solo para la Educación y la Salud están desinados alrededor de 23 mil millones. Si se dedican al consumo, volveremos al hambre, las enfermedades y al privilegio de unos pocos. 


El planeta tiene casi 200 naciones, ¿cuantas viven en la miseria por culpa y a merced de los poderosos? Pero la maldad de los histéricos, capaces de denigrar de la bandera y el Apóstol de su país y asaltar las redes con mensajes perversos, debieran pensar un poco que los históricos, esos que tanto denigran, son los que hoy, a pesar de las duras y perversas condiciones económicas en las que se desenvuelve el país, son los que aseguran la vida, la atención y la salud de su familia los 365 días desde hace 60 años.

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