Por Sergio I. Rivero Carrasco
Como bien se ha dicho muchas veces el 11 de septiembre es una fecha que guarda una prolífera historia y a la vez múltiples aristas para evaluar su significación, pero salta a nuestra vista una menos conocida que bien vale la pena reflejar hoy algunos pasajes y hechos de la vida del diplomático cubano Félix García Rodríguez como una muestra de la hidalguía y fidelidad de los jóvenes, el cual se convirtió en una víctima del terrorismo que se mantiene impune como muchas otras.
Este joven habanero proveniente de una familia humilde tuvo que trabajar desde edades tempranas y no llegó a poseer un alto nivel cultural. Su padre, un jardinero de origen español, consideró que sus módicos ingresos no le permitían asumir los gastos de los estudios universitarios de sus dos hijos y decidió que el menor de ellos trabajara para ayudar a la economía doméstica y que el otro se superara.
Así fue como Félix pasó un curso de dealer y comenzó a trabajar en el casino del hotel Riviera, donde aprendió las matrerías de aquel sitio diseñado para esquilmar a los jugadores. Su origen y sus convicciones de justicia lo mantuvieron vinculado a la realidad de su pueblo, evitando que ese medio corrupto lo ganara para su causa. Cuando su hermano Domingo, incorporado al Directorio Revolucionario, fue detenido, Félix evitó que lo asesinaran acudiendo a oficiales batistianos que frecuentaban el garito. Al triunfo de la Revolución, pese a las tentadoras ofertas para emigrar a Estados Unidos, participó en la intervención del casino.
En los primeros años del triunfo revolucionario se desempeñó en la Compañía Telefónica y en la Cujae. Se le vio en movilizaciones militares y productivas, distinguiéndose siempre por su carisma, su capacidad de sumarse amigos, hasta que por azares de la vida llega como corresponsal y transportador de información al recién fundado periódico Victoria, manteniendo ese fervor revolucionario y laboriosidad que lo caracterizaron toda la vida hasta que en 1968 comienza a trabajar en el Ministerio de Relaciones Exteriores.
Cuando inició su carrera en el Ministerio de Relaciones Exteriores se distinguió por su dedicación al trabajo y elevadas condiciones revolucionarias, méritos por los que en 1978 fue seleccionado para laborar en la Misión Permanente de Cuba ante la ONU donde atendía cuestiones administrativas.
Su misión en la ONU se inició en plena ofensiva terrorista contra los funcionarios y diplomáticos e intereses cubanos por las organizaciones contrarrevolucionarias auspiciadas por el gobierno norteamericano, tal como ocurrió en 1976 cuando propinaron un atentado con explosivos contra la sede diplomática de Cuba en Portugal, que les costó la vida a Adriana Corcho y Efrén Monteagudo.
Hay una experiencia difícil de no tener en cuenta, y fue durante la visita del Comandante en Jefe Fidel Castro a la ONU en 1979, para informar de los resultados de la Conferencia de los No Alineados realizada en La Habana en septiembre de ese año. Los terroristas intentaron fijar una bomba a su auto, lo cual fue frustrado por su sistema de protección. Ya de regreso a La Habana, Fidel advirtió al embajador de Cuba en Naciones Unidas, en aquel entonces Raúl Roa Kourí: “Ten cuidado; la contrarrevolución no ha podido hacer nada contra mí y ahora querrán hacerlo contra ti”.
El Sicario Pedro Remond, autor de innumerables crímenes y atentados, fundador y sicario de la organización terrorista Omega 7 planificó una exitosa coartada-emboscada en horas de la tarde del 11 de septiembre de 1980, cuando Félix García Rodríguez transitaba en su auto por las calles neoyorquinas para reunirse con amigos y al detenerse en un semáforo, al estilo mafioso el terrorista Remond, desde su auto le disparó con una pistola ametralladora Mac-10 con silenciador e inclusive para asegurar su tarea se bajó del vehículo y remató al diplomático cubano, tras lo cual tranquilamente abandonó el lugar.
Con la vileza, desfachatez y el desprecio por la vida de los seres humanos, Pedro Remón llamó ese mismo día a los medios noticiosos de Nueva York, y se atribuyó la responsabilidad de la muerte del diplomático cubano en nombre de la pandilla terrorista Omega 7. Se había perpetrado el primer asesinato contra un representante ante la ONU desde su fundación.
Como era de suponer a la usanza yanqui, por ese crimen su autor y la organización Omega 7 no fueron encausados. Solo a mediados de la década de 1980 Remón fue condenado a penas de cárcel, pero poco después lo liberaron por supuestas razones de salud, a pesar de ser también responsable de la muerte del periodista cubanoamericano y promotor del levantamiento del bloqueo Carlos Muñiz Varela, ante su hijo de 12 años, y de Eulalio José Negrín, líder de la comunidad cubana en el exterior, partidario del diálogo con Cuba.
Remón participó 27 años después en otras acciones terroristas y junto con el criminal Luis Posada Carriles organizó el intento de atentado contra el máximo líder Fidel Castro durante su visita a Panamá en el año 2000, lo que al ser anunciado personalmente por el mandatario cubano en ese país, obligó al gobierno panameño a detener a los autores, pero por poco tiempo al ser indultados por la corrupta ex presidenta de ese país Mireya Moscoso.
La muy triste despedida realizada en La Habana a Félix García Rodríguez además de hacer patente la valentía y excepcionales condiciones del compañero caído, significó un viril repudio de nuestro pueblo a las cobardes agresiones que durante décadas han realizado mercenarios al servicio del imperio contra la población, sus funcionarios y dirigentes, pero solo han logrado profundizar la condena al Terrorismo de Estado, como el más importante gestor de este mal que aún agobia al mundo. #TerrorismoNuncaMáshttps://twitter.com/CubaMINREX/status/1436654262428311553
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