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sábado, diciembre 05, 2009

PLEGARIA PARA UN CANTOR




Nadie podía imaginar que hoy, a 36 años del asesinato del cantor del  pueblo de Chile, Víctor Jara Martínez, su pueblo y todos los que crecimos agradeciendo sus canciones, desde cada rincón del planeta le diéramos un último adiós, aunque fuera con una plegaria de silencio.


Todavía nos parece oír su Plegaria…


“Levántate
y mira la montaña,
de donde viene
el viento, el sol y el agua.
Tú que manejas
el curso de los ríos,
tú que sembraste
el vuelo de tu alma.”



Así comienza una de las canciones que nos hizo respirar profundo en nuestra juventud, cargados de tareas, añoranzas y realizaciones, al mismo ritmo de la Revolución.


Su voz melódica y con fino timbre; quebrada y dura en ocasiones, aún llega como un susurro. Compartimos en esa época “Las casitas del barrio alto”, “Plegaria al labrador”, “Ni chicha ni limoná”, “Vamos por ancho camino”, “Una palabra solamente”, dedicada a la Revolución cubana”.

 
Los chilenos vivieron hoy una profunda emoción cuando reunidos en el Estadio nacional de Chile, el mismo lugar donde fue asesinado el cantor, le tributaron el póstumo homenaje, saldando la deuda con la historia y con un indiscutible símbolo de la cultura rebelde y del amor a la libertad que fue Víctor Jara, el que puso noble música y melodía a los principales sueños de los chilenos que construían una sociedad nueva.


No pudo ser más solemne la ceremonia; toda sobriedad y sencillez como fue él en vida. Descansan sus restos mortales en un ataúd de madera con manillas de bronce cubierto con una manta negra con ribetes rojos. Así descansan los restos mortales de Víctor Lidio Jara Martínez, asesinado en septiembre de 1973 tras el golpe militar.


No podemos olvidar poeta de la revolución de Allende, tu gesto con Cuba, la canción que también retumbó y emocionó a varias generaciones que después de muerto la hicimos más nuestra:

Si yo a Cuba le cantara,
le cantara una canción,
tendría que ser un son,
un son revolucionario,
pie con pie, mano con mano,
corazón a corazón,
corazón a corazón,
pie con pie, mano con mano,
como se le habla a un hermano,
si me quieres, aquí estoy
¿qué más te puedo ofrecer
sino continuar tu ejemplo?
Comandante, compañero,
¡Viva tu revolución!


Y después el contagioso estribillo:
Si quieres conocer a Martí y a Fidel,
A Cuba, a Cuba, a Cuba iré
si quieres conocer los caminos del Che,
A Cuba, a Cuba, a Cuba iré
si quieres tomar ron pero sin Coca Cola,
A Cuba, a Cuba, a Cuba iré
si quieres trabajar en la caña de azúcar,
A Cuba, a Cuba, a Cuba iré
en un barquito se va el vaivén,
A Cuba, a Cuba, a Cuba iré
si quieres conocer a Martí y a Fidel.
A Cuba, a Cuba, a Cuba iré…




Agradecido, sublime cantor, por dejarnos paradigmáticos ejemplos como artista y revolucionario, amante de la humanidad y de los más hermosos valores del hombre.


Permítame cada vez que lo sienta, tributarle mi plegaria, aunque sea en silencio.