Vivo en un país libre,
cual solamente puede ser libre,
en esta tierra, en este instante,
y soy feliz porque soy gigante…
Vivimos felices y construimos, centímetro a centímetro y con todas las validaciones, la Revolución más grandiosa que hayamos conocido en nuestro país, benefactora del hombre en toda su dimensión.
Desde antes de triunfar, incluso, cuando parecía una verdadera utopía, en el juicio realizado a los asaltantes al cuartel Moncada el 26 de julio de 1953, Fidel, en el alegato de autodefensa conocido como La Historia me absolverá, al determinar las causas por las que era necesaria una revolución en Cuba, detalló los seis puntos principales devenidos más tarde, Programa de la Revolución en el poder. Las primeras palabras del líder del movimiento revolucionario con toda convicción aseveró: “Traigo en el corazón las doctrinas del Maestro y en el pensamiento las nobles ideas de todos los hombres que han defendido la libertad de los pueblos.”
En su contenido afloran necesidades perentorias del hombre común y una acción impostergable del país para ser verdaderamente libre, como la Reforma Integral de la Enseñanza, la salud pública para todos, la industrialización, la entrega de la tierra a los campesinos, también el desarrollo de la actividad turística, la solidaridad con América Latina, las nacionalizaciones, así como otros fundamentales.
Quién hubiera podido aquilatar el alcance de aquellas palabras, sobre todo en las circunstancias en que fueron pronunciadas, sin poseer siquiera una tarjeta como guía para no errar. Martha Rojas, quien cubría como periodista ese extraordinario hecho, dejó para la historia las siguientes notas tomadas allí: “El acusado doctor Fidel Castro no ha hecho ni un alto en su informe, a veces alza la voz, y él mismo se contiene, en instantes se inclina sobre la mesita (que tiene de frente) y casi habla en secreto, a medida que habla, improvisando siempre, hay más silencio en el recinto, no se escucha ningún otro sonido más que su voz pausada, como si conversara con todos…” como marcando la fortaleza e irrebatible verdad encerradas en sus mensajes.
Quisiera detenerme en algunas de sus valoraciones en diferentes intervenciones que nos han servido de puntales para afianzar la significación de una revolución y los vericuetos por los que está llamada a transitar desde sus inicios, como lo ha demostrado la nuestra, que además ha tenido que sufrir la cercanía y codicia del imperio. Por ello, con toda la razón que lo asistía precisó que “no hay una revolución que no genere una fuerza contra ella. La propia Revolución genera fuerzas que la combaten.”
Resulta interesante apreciar cómo se ha cumplido el principio de que sin menospreciar el valor de los líderes y el papel de los grandes hombres, tuvo la temprana visión de que “una revolución es sencillamente una tarea de pueblo, no es una tarea de funcionarios administrativos, no es una tarea de dirigentes revolucionarios”. Como expresión directa de la voluntad de los pueblos que la hacen para lograr con ella la oportunidad para todos por igual y demostrando cómo no se hace solo sin que se enseñe, se enseña haciendo y se hace enseñando en el propio proceso en que se gesta y se desarrolla. Hay que tener la capacidad de aprender y crear.
En el proceso revolucionario todas las luchas son a muerte, es decir, hay que llevarlas hasta el final, porque en ello se juega la salud, el destino y su permanencia. Las batallas que nuestro país ha tenido que enfrentar y el asedio continuo y odio visceral por parte de su enemigo histórico, han motivado que este pueblo haya desarrollado en grado superlativo la capacidad de resistencia, haya fortalecido sus ideas y principios que los han traído hasta aquí y pueda proyectarse hacia el futuro paleando las adversidades sin perder su esencia ni quitar a los cubanos como objetivo principal de su existencia.
Aún en las condiciones adversas que vive la humanidad por los efectos de la Crisis Global, en nuestro caso debemos tener presente que junto a ello, el país enfrenta el genocida bloqueo extendido a más de 50 años y los efectos del cambio climático con la batida de tres huracanes en el 2008 que provocaron pérdidas por más de 100 000 millones de dólares, sin contar los daños humanos a las familias que perdieron todo, pero a la vez orgullosos de no lamentar la pérdida de vidas humanas, demostrativas que la razón de ser es el hombre.
Nos separan pocas horas del advenimiento del aniversario 51 de la Revolución y despedimos un año histórico que puso a prueba lo logrado hasta aquí en materia económica y felizmente se pudo llegar al 1,4 por ciento de crecimiento del Producto Interno Bruto cuando una buena parte de los países, incluso de los más ricos, tuvieron decrecimientos y es que “una revolución es una lucha a muerte entre el futuro y el pasado”.
También estamos seguros de que los yanquis no han cejado en su empeño de subvertir la Revolución, para ello han destinado en diferentes épocas todos los recursos económicos necesarios para comprar las mentes de los débiles,lo que ha demostrado con la nueva administración del “negrito sonriente”, más hijo de Lucifer que otra cosa, que la tesis de Fidel está casi más vigente hoy que en el momento en que fue pronunciada : “No hay oportunidad en una revolución para los farsantes, no hay oportunidad en una Revolución para los acomodaticios, no hay oportunidad en una Revolución para los ambiciosos, no hay oportunidad en una Revolución para los mediocres, no hay oportunidad en una Revolución para los débiles y cobardes.”
Si pudiéramos tener ahora en imágenes lo que fue Cuba antes del triunfo del Primero de Enero de 1959, no caben dudas de que Fidel fue un preclaro visionario de que La Revolución ha sido como una luz que se enciende en medio de la noche, “la Revolución ha sido como un sol, cuyos rayos alumbran un amanecer para la Patria” , que está próxima a vivir el número 51.
Solo faltan apenas 24 horas para que la Patria viva su nuevo amanecer de cara al 2010 y con la razón que me asiste como cubano convencido de que hemos hecho la Revolución más colosal y humana de la historia, siento el pecho ensanchado y el corazón palpitante con el deseo de entonar a los cuatro vientos otra parte de los versos que inician este trabajo: “Soy feliz, soy sin duda feliz/ y quiero que me perdonen,/por este día, los muertos de mi felicidad..”