

Como Primer Vicepresidente resultó escogido José Ramón Machado Ventura, en tanto que los otros cinco vicepresidentes son Juan Almeida Bosque, Julio Casas Regueiro, Juan Esteban Lazo Hernández, Carlos Aurelio Lage Dávila y Abelardo Colomé Ibarra.
En el cargo de Secretario fue ratificado José Miguel Miyar Barrueco.
Ese órgano colegiado del Estado cubano está integrado, además, por otros 23 miembros.
Amarilis Pérez Santana, presidenta de la Comisión de Candidatura Nacional, argumentó cada una de las propuestas, antes de proceder a la votación.
El diputado Fidel Castro Ruz ejerció también su voto para lo cual envío la boleta correspondiente, en sobre sellado.
Por su imposibilidad de asistir a esta histórica sesión, Fidel solicitó tal derecho que concede la Ley Electoral, lo cual fue aprobado por los diputados presentes en el Palacio de las Convenciones.
En tal sentido, mediante José Miguel Miyar Barrueco y Carlos Valenciaga, miembros del actual Consejo de Estado, Fidel envió las respectivas boletas con los candidatos propuestos a la dirección de la Asamblea Nacional y del
Consejo de Estado, para que fueran depositadas en las urnas.
El Consejo de Estado es el órgano de la Asamblea Nacional del Poder Popular que la representa entre uno y otro período de sesiones, ejecuta los acuerdos de esta y cumple las demás funciones que la Constitución le atribuye.
Tiene carácter colegiado y, a los fines nacionales e internacionales, ostenta la suprema representación del Estado cubano.
Entre otras atribuciones, dispondrá la celebración de sesiones extraordinarias del Parlamento; acordará la fecha de las elecciones para la renovación periódica de dicho órgano y dictará decretos-leyes, entre uno y otro período de sesiones de la propia Asamblea.
Además, dará a las leyes vigentes, en caso necesario, una interpretación general y obligatoria.
Le corresponde también decretar la movilización general cuando la defensa del país lo exija en caso de agresión o concertar la paz que la Constitución asigna a la Asamblea Nacional del Poder Popular, cuando esta se halle en receso y no pueda ser convocada con la seguridad y urgencia necesarias.
Esa institución del Estado confiere condecoraciones y títulos honoríficos; concede indultos; ratifica y denuncia tratados internacionales, y otorga o niega el beneplácito a los representantes diplomáticos de otros Estados, entre otras funciones.
Todas sus decisiones serán adoptadas por el voto favorable de la mayoría simple de sus integrantes.
Por Sergio Rivero Carrasco.
Ninguno de los que hoy se han ganado los dólares despilfarrando improperios, maldiciendo a Fidel y a Cuba, y esperando que el baño de sangre y la sublevación se produzca de un momento a otro, como ya vienen anunciando desde el 31 de julio de 2006, calculó la dimensión de nuestro Fidel.
No hay estadista, Presidente, diplomático o personalidad en el mundo que haya estado agredido, injuriado, despechado y sometido a una rigurosa vigilancia enemiga como el Comandante en Jefe. Comandante en Jefe, sí, porque aunque él haya renunciado con la mayor modestia que un hombre puede practicar con absoluta sinceridad, su dimensión y estirpe lo inmortalizan con esa condición: EL COMANDANTE EN JEFE, FIDEL.
Y digo que es “mucho Fidel”, porque ninguno lo calculó; desde hace varios meses están tratando de “adivinar”, de especular en relación con él. Tampoco pensaron que de esta forma humilde, desde su inmensidad de R E V O L U C I O N A R I O, se iba a crecer y pronunciar por la renuncia de dos de los cargos que lo acompañaron durante casi medio siglo. Tienen que reconocer que el factor sorpresa surtió efecto y aún los más reacios a aceptar sus cualidades, dejan ver todo lo que ha hecho a favor de la humanidad.
El Comandante no se retira, sino cambia de actividad. Entrega a otros revolucionarios la continuidad fidedigna de la Revolución, y alerta que ha sido la más asediada en la historia de la humanidad frente al enemigo más poderoso que país pequeño alguno pueda tener por más de 200 años.
Fidel es mucho Fidel, porque aún en los momentos más difíciles, en los que se debatía entre la vida y la muerte, supo dar lecciones de valor, entereza y confianza en el Partido, en el pueblo y en sus más cercanos cuadros.
Fidel es mucho Fidel, porque ha sido la espina más atravesada que han tenido los descendientes del Tío Sam desde mediados del pasado siglo cuando lideraba el movimiento estudiantil primero, y al pueblo después, en la lucha insurreccional y guerrillera que hizo posible la libertad el primero de enero 1959.
Fidel es mucho Fidel, porque con su sorpresa hoy, ha revuelto a la opinión pública internacional, los que no pensaban en Cuba hoy dirigieron su atención hacia nuestro país, los que hablan mal de nosotros todos los días, solo han repetido hoy las palabras que les enseñaron para poner en los cables hace 50 años y no han cambiado el discurso, pero…
Los que nos quieren de verdad, que constituye la mayoría de la humanidad, han multiplicado su apoyo incondicional a Cuba, han inundado los correos electrónicos de mensajes hermosos y han admirado la tranquilidad de este pueblo que confía en las decisiones de sus dirigentes, las grandes estrategias y políticas trazadas por nuestro Partido y en el camino certero, limpio y humano por el que transita la Revolución.
Y Fidel seguirá siendo por siempre MUCHO FIDEL, porque no ha se ha amedrentado para decirles las verdades frente a frente a los yanquis, porque ha sido un luchador incansable por la libertad de su pueblo, de América y del Mundo, y seguirá guiando el camino de las ideas, alertándonos de las principales amenazas y convocándonos junto al Apóstol con su cortante verbo a que “morir por la Patria es vivir”.