Por David Bollero
Tomado de La pupila insomne
El huracán Sandy se ha convertido en el protagonista de los medios de comunicación… desde que está en Nueva York. Sandy es más Sandy ahora. Previamente, la cobertura que se hizo de él a su paso por República Dominicana, por Haití o Cuba, en donde dejó 60 muertos, no es que fuera inferior, fue insultantemente menor. Los 16 muertos de Nueva York
pesan más que los 44 de Haití, que a diferencia de la ciudad
estadounidense, tuvo que hacer frente a un huracán con el país sembrado
de campos de refugiados por el terremoto de hace dos años, ahora
olvidados por la Comunidad Internacional.
La cobertura mediática de Sandy en
Nueva York es un reflejo más de, me van a perdonar lo directo de la
expresión, lo podrida que está esta sociedad. ¿En qué punto hemos
perdido tanto el norte? ¿Cuándo olvidamos por el camino la humanidad en
favor de la noticia espectáculo con escenografía de película? Y es que
la cobertura fotográfica de la llegada del huracán tiene algo de
cinematográfico, de una de esas tragedias tipo El día de mañana (2004).
¿Vieron una cobertura tan masiva y con tanto lujo de detalles de Sandy en
Haití, por ejemplo? Allí, sin duda las imágenes debieron de ser
espectacularmente descarnadas, pero no, no concedimos al pueblo haitiano
la oportunidad de volver a recordarnos que no cumplimos con las
promesas de ayuda humanitaria tras el seísmo de 2010. En su lugar, es
mucho más espectacular ver los rascacielos, ver Times Square cubierta
con negros nubarrones, trombas de agua y vientos de más de 100
kilómetros por hora. Lo vivimos como más cercano, como más nuestro, con o
sin palomitas de maíz, aunque no suceda lo mismo cuando un tifón asola
una urbe asiática.
Quizás deberíamos pensar, no tanto si está ajustada la cobertura de Sandy en
Nueva York -en la recta final, además, de la campaña electoral- sino si
lo estuvo cuando asoló el Caribe con mayor virulencia, con mayor
crudeza… con mucha mayor mortandad. Y si su respuesta continúa siendo
que en ambos casos fue correcto el tratamiento, la maldita agenda
informativa se habrá vuelto a salir con la suya, sumiéndonos en un
colapso moral tan profundo que ni siquiera reparamos en ello. (Tomado de
Posos de anarquía)
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