Por Iroel Sánchez
Tomado de La pupila insomnehttp://lapupilainsomne.wordpress.com/
El cónsul general de España en Cuba, Tomás Rodríguez Pantoja, calificó el juicio contra Ángel Carromero de ”correcto”,
“limpio” y “procesalmente impecable”. ”Se han respetado todas las
normas del proceso”, afirmó el diplomático a los periodistas presentes
en la ciudad de Bayamo, donde fue juzgado el político español del Partido Popular, acusado de ser responsable del fallecimiento de dos cubanos en un accidente de tránsito.
Durante la vista oral cayeron como naipes del consabido castillo las especulaciones que grandes medios de comunicación habían
echado a rodar en el momento del accidente y quedó clara ante el
tribunal y medios de prensa nacionales y extranjeros la exclusiva
responsabilidad del conductor del vehículo en los hechos que
inicialmente se trataron de manipular con fines políticos. Era algo que
ya se veía venir y los interesados en dañar el prestigio de las
instituciones cubanas necesitaban otra historia para cumplir sus
objetivos, Carromero ya no les servía sino para mostrar que en Cuba
existe un estado de derecho, como ha testimoniado el cónsul español.
Se habían quedado sin cuento los que
hablaron de falta de garantías en la justicia cubana. Se les derrumbaba
el circo a quienes quisieron convertir al irresponsable con un amplio historial de multas de tránsito y violaciones a fisco en España, enviado a Cuba en tareas de abastecimiento a la contrarrevolución financiada por Estados Unidos,
en un mártir de la libertad. Como un Frankenstein mediático, la
atención despertada alrededor del “Caso Carromero” se viraba así contra
quienes lo habían construido.
Había que crear un nuevo caso, y nada
mejor que colocar ante las luces colocadas por ellos mismos para el
espectáculo que ya no les servía, un nuevo guión. El diario español El País -punta de lanza en la campaña anterior- envió desde La Habana a su “colaboradora” Yoani Sánchez
para “cubrir” el juicio en una maniobra que sabían inaceptable para las
autoridades cubanas. Sánchez, que contribuyó a la divulgación de
falsedades sobre el caso que ahora se juzgaba, es una creación de los
aparatos de subversión norteamericanos contra la Isla, con el apoyo de El País. De ello constan sobradas pruebas en los documentos revelados por Wikileaks, y declaraciones de los propios diplomáticos estadounidenses.
Aceptar su presencia en el lugar del juicio equivaldría a declarar
válida la injerencia de un gobierno extranjero en Cuba y la presencia de
funcionarios de ese país en procesos soberanos de la Isla.
La policía cubana detuvo a Yoani Sánchez y su esposo Reynaldo Escobar
la noche antes del juicio ya en la ciudad de Bayamo -a 12 horas de La
Habana- y los enviaron de regreso a La Habana a la mañana siguiente.
Este último se había reunido poco antes -según divulgó un periodista cubano- con el Jefe de la Sección de Intereses de Estados Unidos
en Cuba para organizar la provocación. Con la breve detención ya era
suficiente para que el Departamento de Estado expresara su
“preocupación” y El País tuviera su nuevo caso.
El sábado 6 de octubre, en El País la información sobre el juicio al ciudadano español Ángel Carromero pasa a un segundo plano y se subordina a la historieta que ya habíamos anunciado sobre su bloguera cubana Yoani Sánchez. El periódico madrileño publicó un artículo sin firma desde México donde
dice que a esta señora la intentaron desnudar y “en el forcejeo se
golpeó la cabeza contra el suelo, lo que le provocó algunos hematomas y
la pérdida de un diente” y regresó a La Habana escoltada por “patrullas
policiales, jeeps del Ejército y agentes motorizados”. En un relato posterior firmado
por la propia Yoani ya no está lo de los dientes y los hematomas pero
se titula con el tema del desnudo, supuestamente imposibilitado por su
resistencia, y se compara su historia con “el arresto hecho contra una
banda de narcotraficantes o de la captura de un prolijo asesino en
serie”.
Para lectores acostumbrados a las
noticias que llegan de países latinoamericanos donde el ejército ocupa
las callles en escenas relacionadas con la violencia y el narcotráfico,
esos relatos quizá puedan funcionar, para quien conozca Cuba, dan risa.
Por otra parte, las imágenes de las cárceles de los patrocinadores
norteamericanos de Sánchez en Iraq muestran con demasiada elocuencia que
no hay resistencia posible cuando se quiere desnudar a un detenido.
Para más, los antecedentes de una historia similar protagonizada por
Sánchez en noviembre de 2009 en que habló de una “golpiza” que jamás pudo probar, además de sus reportes desinflados sobre tiroteos e iglesias asaltadas en La Habana, llevan a tomar con mucha prudencia sus testimonios.
Sin otra prueba que no sea su ya muy
dudosa palabra, Yoani Sánchez dice haber estado detenida en el mismo
lugar que el español y haberse negado a ser interrogada por las mismas
personas que lo hicieron con el político del PP. Sin embargo, con el
apoyo de sus contratantes en El País por 150 dólares el artículo, lo
que intenta es encaramarse sobre la ya inservible historia de Ángel
Carromero y decir a sus cada vez menos crédulos lectores: “la mártir soy
yo”.
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