miércoles, abril 24, 2019

Carpentier, hombre-luz

 Por Sergio I. Rivero Carrasco
 
El año 1980 pretendió apagar las luces de casi un siglo de creación a manos anchas, de uno de los más prolíferos intelectuales cubanos del Siglo XX: Alejo Carpentier Valmont, nacido el 26 de diciembre de 1904 en Lausana, Suiza, hijo de un arquitecto francés llamado Jorge Julián y de una maestra rusa nombrada Lina Valmont. Con el pequeño Alejo llegó el matrimonio a La Habana, ciudad en la que decidieron a vivir el resto de sus días. Cerró sus ojos en Francia mientras se desempeñaba como consejero cultural en la embajada cubana en ese país.



Carpentier niño
Este hombre- luz residió en Paris entre los 12 y 17 años, metrópoli en la que estudió teoría musical, y al regresar a Cuba se inició en la carrera de arquitectura, pero solo fue un intento porque finalmente terminó abandonándola para dedicarse a la literatura y al periodismo. Se sumó así al “Grupo Minorista” y escribió importantes artículos en el diario “La Discusión” y en la revista “Carteles”.


De ideología política izquierdista, ante la toma de poder de Gerardo Machado Morales y tras pasar unos meses en la cárcel por sus ideas comunistas, logra salir al exilio en el año 1928, llegando de nuevo a Francia ayudado por el poeta galo Robert Desnos. Allí logró contactar con las vanguardias literarias, especialmente con el surrealismo, ahondando también en su faceta de musicólogo.


Es precisamente en el año 1933 que ve la luz su primer libro “Ecué-Yambá-Ó”, una novela enraizada en la cultura afrocubana, en la que comienzan a mostrarse sus intenciones de tratar el tema de los huracanes caribeños con el doble sentido de mutación rápida y de evento meteorológico capaz de transformar lo que encuentra a su paso. Posteriormente su obra, con gusto por la ficción histórica, se incluye dentro del llamado realismo mágico, del que fue su principal precursor.


La huella de Carpentier en la cultura cubana y mundial se plantea por los especialistas que fue más allá de lo extraordinario. El Mar Caribe o de las Antillas es un referente ineludible en la mayoría de los cuentos, novelas y artículos del más universal de los escritores cubanos.


Esa vida agitada del escritor lo hizo residir también en México, Haití y finalmente en Venezuela, en la que vivió hasta el Triunfo de la Revolución Cubana el 1ro. de enero de 1959, año en que regresó a Cuba en la que ocupó diferentes responsabilidades diplomáticas entre ellas, la de embajador de Cuba en Francia.


Un hecho importante de su vida fue el año 1941, cuando contrajo matrimonio con su compañera de la vida Lilia Esteban. Los años subsiguientes ocuparon la mayor parte de su creación literaria con la publicación de sus libros más destacados como “El Reino De Este Mundo” (1949), “Los Pasos Perdidos” (1953), “Guerra Del Tiempo” (1958), la novela histórica “El Siglo De Las Luces” (1965), “Concierto Barroco” (1974), “El Recurso Del Método” (1974), “Temas De La Lira y El Bongó” (1976) “La Consagración de La Primavera” (1978) o “El Arpa y La Sombra” (1979) y en el año 2018 fue publicado “Alejo Carpentier y La Música”, un ensayo escrito por Blas Matamoro.

Alcanza su mayor esplendor en las letras hispanas y universales con el otorgamiento del Premio Miguel de Cervantes Sahavedra, el cual recibe en la significativa fecha  del 4 de abril de 1978 de manos del rey Juan Carlos, célebre galardón que lo inmortalizó en la Literatura Uni9versal e Hispánica. Entre otros, ya le había sido entregado el Premio Mundial Cino Del Duca (1975) y el  Premio Médicis Extranjero a su novela histórica “El arpa y la sombra” en 1979



Discurso en recibimiento del Premio Cervantes
Como hombre de pensamiento y acción revolucionaria entrega el metálico que le correspondía por el  Premio Miguel de Cervantes a la máxima Dirección de la Revolución para que fuera utilizado en la remodelación las instituciones culturales, las galerías de Arte y adquirir reproducciones de algunas colecciones de Arte Universal para todas las provincias del país y el Municipio Especial Isla de la Juventud, con lo que se produjo un florecimiento de las Artes Plásticas en la nación.


Aunque sus ojos se cerraron muy lejos de aquí, sus luces no fueron apagadas. El el 24 de abril de 1980, a sus 75 años, la ciudad de París fue testigo de cómo la luz que de él brotaba se expandió por el universo y llegó a los sitios más inusitados llevando su carga de amor, belleza y espiritualidad, esa de la que supo impregnar a cada una de las obras crecidas por encima de sus insospechados propósitos, enriqueciendo la historia, las artes, la música y el espíritu revolucionario que también lo hizo universal. Carpentier descansa ahí, en la Necrópolis de Colón, en su Habana, la que arropó sus primeros sentimientos y dio rienda suelta a sus luces.
Alejo Carpentier por Xulio Formoso

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