Hoy se cumplen 48 años de aquel 9 de abril en que los revolucionarios cubanos se declararon en Huelga General para enfrentar al tirano Batista y lograr el apoyo necesario a las guerrillas que luchaban en las montañas orientales y centrales.
Mucho se ha escrito por los más letrados acerca de este hecho con resonancia nacional, no obstante, para cualquiera de nosotros guarda especial significación por el número de vidas que se entregaron a la causa como Gerardo Abreu (Fontán), Sergio González (el Curita), Efraín Alfonso, Juan Borrel, Arístides Viera, Elpidio Aguiar, entre otros, y por la acción conjunta realizada a lo largo del país.
Fue una jornada de muerte por la vida, por el triunfo revolucionario, por la causa por la que se venía luchando hacía muchos años y por la que nuestro Apóstol entregó también su vida.
Faustino Pérez fue el máximo organizador de esa huelga símbolo de la rebeldía y de que estaban vivas las esperanzas de libertad de nuestro pueblo y que estaba dispuesto a lograrla. Después del triunfo reflexionó que “se luchó y murió en todo el país, hubo sabotajes, paros, intentos de paros, sin alcanzar los objetivos propuestos de derrocar en ese momento a la tiranía batistiana, pero abonó el camino para que meses después, el Primero de Enero de 1959 se abrazara la Victoria y se iniciara la construcción de la sociedad nueva.
Esta sociedad que perfeccionamos a cada paso y que por naturaleza y la proyección de sus principales jefes cuando aún no se avizoraba el triunfo, es “de los humildes, por los humildes y para los humildes” y la historia se ha encargado de demostrarlo, tanto con las acciones y realizaciones internas como en su proyección solidaria e internacionalista con los demás pueblos del orbe.Esta es la Revolución que significó la vida y por la que se entregaron muchas muertes como las de aquel 9 de abril.