Por su importancia en estos momentos reproduzco la serie realizada por el periodista Néstor Núñez de la Agencia Cubana de Noticias.
En mayo próximo, apenas dentro de unos días, la administración de George W. Bush afirma que presentará nuevas medidas punitivas contra Cuba, en el contexto de sus ya manidos planes de recolonización de la mayor de las Antillas.
Se trata del propósito imperial de Washington de retrotraer la realidad cubana a otros tiempos, los anteriores al triunfo revolucionario de 1959, y lo cierto es que, a juzgar por el panorama que enfrentan las naciones aún bajo la égida imperial, no es mucho lo novedoso destinado para el pueblo de la Isla.
De hecho, se habla de una "transición al capitalismo" para Cuba como si los cubanos no hubiesen conocido en carne propia semejante experiencia.
Nadie se extrañe entonces de que la Isla que Bush diseña tendrá como elementos esenciales, en materia social, realidades como las que muestra, por ejemplo, una investigación nacional correspondiente a la década de los años 50 del pasado siglo.
Entonces apenas el 58 por ciento de los ciudadanos del país accedía a la electricidad, y casi la mitad se alumbraba en las noches con lámparas de kerosene. Únicamente el 35 por ciento de los hogares contaba con agua corriente, y 43 por ciento dependía para el abasto de tan vital líquido de ríos, pozos o manantiales. Solo 28 por ciento de las familias poseían piezas sanitarias en su propio hogar, y más de 55 por ciento carecía de bañaderas o duchas. Casi 76 por ciento de los cubanos no gozaba de refrigeración doméstica.
Para entonces el analfabetismo en la Isla afectaba al 30 por ciento de la población (poco más de seis millones de personas en aquellos años), y de 180 mil niños que empezaban la enseñanza primaria, apenas cuatro mil llegaban al nivel secundario.
La mencionada investigación, realizada por la Agrupación Católica Universitaria en el período en que se produce el asalto al Cuartel Moncada, la guerra de liberación, y finalmente el triunfo rebelde, indica que entonces un cuarto de la población carecía totalmente de trabajo, mientras pululaban aquellos ocupados en el sector informal o en puestos temporales.
Como bien mencionan los autores norteamericanos Leo Huberman y Paul M. Sweezy en una obra de la época, ese nivel de desocupación habitual indica que buena parte de los cubanos vivían permanentemente como los estadounidenses más afectados por la crisis de los años veinte en la metrópoli imperial.
Esa es parte de la "experiencia capitalista cubana", esa que la Casa Blanca diseña como modelo para la Cuba del "futuro".
Y tal vez en Washington no lo calibren con exactitud, pero resulta imposible que un pueblo redimido en todos los sentidos acepte con mansedumbre volver a experimentar semejante realidad social.
Con tantos logros y el cubano sigue siendo un ciudadano de sengunda clase No puede hospedarse en esos hoteles de lujo. Y con tantos avances en la medicina, soy yo quien tiene que suministrale aspirinas a mi propia familia.
ResponderEliminarSigan regurgitando la misma mentira de 47 años, talvez un dia se haga realidad.
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