Jesús Suárez Gayol, El Rubio, habla en un acto de reafirmación
revolucionaria en Güinía de Miranda, primer poblado liberado por Ernesto Che Guevara en la Sierra del Escambray |
Doy gracias a este amigo, cubano rellollo, revolucionario por vocación y luchador por la vida y el bienestar de los seres humanos, que hoy me permite ponerlo también a disposición de ustedes.
En
recordación a Jesús Suárez Gayol, carta de despedida dirigida a su hijo.
Por Gustavo
de la Torre Morales
Se avecinaba
el VII Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas, programado para diciembre de
1998, y en esa dirección fuimos articulando cada tarea que posibilitara la
celebración de un evento con calidad y con el rigor de seriedad que clamaba la
juventud territorial.
En aquel
entonces ya llevaba cuatro años de trabajo intenso en el Comité Municipal de la
Unión de Jóvenes Comunistas. En la sede de la Organización fungí, durante toda
mi estancia allí, como funcionario de la esfera ideológica.
Dentro de
las tareas que teníamos todos los funcionarios, instructores y dirigentes se
encontraba llegar a la juventud del territorio con toda la información posible
sobre la cita congresual. Al mismo tiempo, el mes de agosto tocaba casi a
nuestras puertas y toda la sede del territorio se encontraba en un alto ajetreo
por los preparativos para el aniversario 20 de la proclamación de la Isla de la
Juventud.
Hacia la
magna cita del Congreso, fue esta efeméride de gran importancia tanto para el
país como para el pequeño terruño, el punto de partida. Una de las iniciativas
que valoramos fue solicitarle al periódico local, Victoria, que en su tirada
del domingo 2 de agosto, nos permitiera incorporar un espacio más para
dirigirlo solamente a los jóvenes. Así nació el suplemento juvenil “Opción
Futuro”, del cual Sergio Rivero Carrasco (entonces director del Periódico) fue
un insistente activista que incorporó valiosas ideas para este sencillo, pero
importante proyecto.
En la
oficina de Maday Iglesias, quien entonces dirigía al Departamento Ideológico
del Comité Municipal de la UJC, estuvimos varios compañeros (trabajadores de la
sede y miembros de la AHS) valorando el abrir el suplemento con la carta de
despedida del Comandante Ernesto “Che” Guevara a sus hijos, teniendo en cuenta
las palabras del mismo en el segundo aniversario de la organización, al decir:
“La Unión de Jóvenes Comunistas tiene que definirse con una sola palabra:
vanguardia. (…) El joven comunista no puede estar limitado por las fronteras de
un territorio: el joven comunista debe practicar internacionalismo proletario y
sentirlo como una cosa propia”.
La idea era
extender a la juventud de todo el territorio, las fuertes convicciones que
empujaron al guerrillero a continuar su labor independentista e
internacionalista a otras tierras del mundo que reclamaban sus “modestos
esfuerzos.” Sin embargo, todos o casi todos hemos leído o escuchado en más de
una ocasión el texto de la misiva del Guerrillero Heroico; pero no la de otros
tantos con igual tesón que no vacilaron en volver a ponerse la mochila al
hombro y tomar las armas en la mano para seguir la gesta. Fue entonces que el
nombre de Jesús Suárez Gayol salió a relucir.
Enseguida
fluyeron las pocas pero interesantísimas anécdotas que conocíamos sobre su
vida: Un joven nacido en Las Tunas, de padres asturianos, que casi sin saber
leer descubre a José Martí y se aferra a sus enseñanzas; pero que hasta a sus
padres extranjeros lograba ponerlos de pie por respeto al himno nacional cubano
y a su madre doña Aurora Gayol le decía jocosamente que era su “Mariana
Grajales gallega”. Jesús se destacó por su posición contra la dictadura de
Batista, organizó la Federación de Estudiantes Secundarios de la ciudad de
Agramonte y fue uno de los fundadores del Movimiento 26 de Julio en esa
localidad, en 1955. En la clandestinidad utilizó varios pseudónimos: Furia,
Dionisio, Félix, Armando y otros. Conoció las cárceles policiales de la
dictadura y fue víctima de torturas y golpizas. Viajó de México a Cuba en 1958
en la expedición El Corojo, fue bajo el mando del Che que obtuvo los grados de
Capitán y después del triunfo de la Revolución ejerció varios cargos dentro del
sector industrial azucarero, siendo viceministro en el momento del llamado del
Che para incorporarse a la guerrilla boliviana.
Muchos
detalles convergieron en acordar tomar su carta de despedida a su hijo como
inicio de debate en el suplemento “Opción Futuro”: fue el primer mártir cubano
de la guerrilla en Bolivia, su muerte fue en abril (fecha cercana al
aniversario de la organización juvenil), fue un joven que por su sencillez y
dinamismo inspiró a los jóvenes de la época dando muestra de su firmeza en convicciones.
Esto último no sólo lo mostro en su actuar, sino que lo dejó plasmado en sendas
cartas de despedida, al hijo y a su madre, a quien le escribió antes de partir
el 2 de diciembre de 1966 hacia Bolivia: “Cuando se es revolucionario
verdadero, se siente la necesidad de servir a la Revolución desde los lugares
más difíciles, en los puestos de vanguardia.”
La tarea de
acordar con la dirección del periódico la publicación recayó sobre mí y la de
escribir las palabras de introducción a la Carta de despedida de Jesús Suárez
Gayol a su hijo, también. No puedo negar que me fue bien difícil. Orgulloso,
pero inconforme por no poder decir más en ese prólogo, cumplí aceptablemente la
labor.
Hoy pongo a
disposición una vez más el prólogo y la carta de Gayol a su hijo, aunque por
primera vez en este espacio; porque creo que dicha misiva debe ser material de
estudio constante para todo joven, de cualquier época, dentro y fuera de la
Revolución cubana que desee realmente construir un mundo mejor ¡Que sí es
posible! Además, porque en abril de este año se conmemora el aniversario 48 de
su muerte en combate. Una lamentable muerte pero fructífera, porque enalteció
el carácter internacionalista y antiimperialista de los cubanos revolucionarios
y comunistas: principios puestos en práctica por la Revolución cubana en cada
misión humanitaria (con médicos, maestros, asesores culturales, etc.) a favor
de los pueblos del mundo.
Cualquier
comentario adicional a lo escrito por Gayol, creo sería innecesario.
Doy gracias
a los compañeros del Periódico Victoria (Sergio Rivero, Mayra Lamote, Diego
Rodríguez, Rafael Arzuaga, entro otros) por toda la ayuda brindada para que
saliera a luz el suplemento Opción Futuro y que este servidor pudiera también
estar presente, de manera anónima, en sus páginas.
Ahora, pongo
disposición el prólogo y la carta:
CARTA DE
DESPEDIDA DE JESÚS SUÁREZ GAYOL A SU HIJO.
Suplemento
juvenil Opción Futuro. Domingo 2 de agosto de 1998. “Año del aniversario 40 de
las batallas decisivas de la Guerra de Liberación”. Nº 1 página 2.
“Las páginas
de nuestra historia están enaltecidas por una pléyade de jóvenes, quienes con
arrojo acudieron al llamado de la Patria para romper las cadenas que la
subyugaban. Muchos de los que no perecieron en la contienda continuaron la
lucha contra el mayor enemigo de los pueblos: el imperialismo.
“Jesús
Suárez Gayol fue uno de esos jóvenes que tomó las armas de la insurrección y
junto a las fuerzas del Che participó en los combates que le dieron que le
dieron la victoria a la Revolución cubana. En la construcción económica del
país tuvo varias responsabilidades en la Industria azucarera.
“Enarbolando
las banderas del internacionalismo se incorporó a la guerrilla boliviana con el
seudónimo de “el Rubio”. Antes de su partida dejó una carta dirigida no
solamente a su hijo, sino a las jóvenes generaciones.
“La bala que
segó la vida del Capitán Jesús Suárez Gayol, el 10 de abril de 1966, puso, a la
vez, otra estrella que nos ilumina el camino.”
Carta:
Compañero
Jesús Félix Suárez.
Habana, Cuba
Querido
hijo:
Son muchos
los motivos que me impulsan a escribirte estas líneas que hago en
circunstancias muy similares y que habrás de leer cuando el tiempo transcurra,
cuando seas mayor y puedas entender cabalmente la decisión que he tomado.
Hoy estás a
punto de cumplir cuatro años, eres para mí la prometedora esperanza de que seas
el hombre que aspiro y la alegría extraordinaria que ha llenado mi vida en los
pocos momentos en que he podido estar a tu lado.
Eres mi
único hijo y pienso que sería imperdonable marcharme a cumplir con el deber que
mi condición de revolucionario me dicta y que puede costarme la vida y no
dejarte escrito tan siquiera algo de las cosas que te diría si pudiera verte
crecer a mi lado.
He tenido la
suerte extraordinaria de vivir una etapa trascendental de nuestra historia.
Cuba, nuestra Patria, nuestro pueblo, realiza una de las más grandes epopeyas que
registra la historia de la humanidad.
Está
haciendo su Revolución frente a las circunstancias más adversas y ha emergido
victoriosa ante cada amenaza y ante cada agresión.
Nuestro
pueblo marcha hoy con paso firme hacia un futuro feliz; dueño de su destino,
trabaja ardorosamente, consciente de lo que realiza y por qué lo realiza. Pero
esto, que no es otra cosa que el ejercicio de un legítimo derecho de los
pueblos a escoger su destino y su futuro, ha concitado contra nuestra Patria el
odio de la reacción internacional y principalmente del imperialismo
norteamericano.
Ello es así
porque la Revolución cubana no es tan sólo la derrota concreta que el
imperialismo ha recibido en el pequeño pedazo del mundo que es el territorio de
nuestro país, mucho más que eso, la Revolución cubana es el ejemplo vivo que
señala a otros pueblos el camino de su liberación.
Pueblos a
los que el imperialismo exprime, explota y de los cuales se nutre, pueblos que
no pueden, como el nuestro, construir su porvenir, donde millones de hombres y
mujeres entregan su esfuerzo para el enriquecimiento de unos pocos, donde miles
y miles de niños como tú y aún más pequeños que tú, mueren sin asistencia
médica, niños que no tiene escuela ni maestro y a los que espera la miseria y
la ignorancia, fiel compañera que va siempre del brazo de la explotación.
Es por eso
que el deber de un revolucionario cubano, en esta etapa se extiende más allá de
los límites físicos de nuestro país y está allí dondequiera que exista la
explotación, dondequiera qque el imperialismo clave sus garras para extraer la
sangre de los pueblos. Es esta interpretación de mi deber como revolucionario
lo que me impulsa a marchar fuera de mi Patria a luchar, con las armas en la
mano, contra el imperialismo.
Conozco los
riesgos que ello entraña, sé que dejo atrás mis afectos mayores, mis seres más
queridos, pero al mismo tiempo me invade la alegría y el orgullo incomparable
de saber que paso a ocupar un puesto de vanguardia en esta lucha muerte
de los pueblos frente a sus explotadores.
Entre esos
seres más queridos, en primerísimo lugar, te encuentras tú, mi hijo. Mucho
hubiera querido estar a tu lado en todo el proceso de tu formación y verte
cristalizar como hombre y revolucionario. Eso me será muy difícil dada la decisión
que he tomado, confío en que mi ejemplo y herencia moral que constituye
una vida dedicada por completo a la causa revolucionaria, unido a la educación
que recibirás por crecer en un pueblo en Revolución, suplan con creces mi
ausencia.
Aspiro a que
tú comprendas esta decisión mía y jamás me la reproches. Aspiro, creo que es
una legítima aspiración de padre, a que vivas orgulloso de mí y contribuir así
a tu felicidad ya que no puedo con mi compañía, proporcionarte las pequeñas
alegrías que la generalidad de los padres ofrecen a sus hijos.
Quiero que
estudies con ahínco y te prepares lo mejor que puedas para impulsar con tu
esfuerzo la obra revolucionaria. No creo, por lo menos así lo espero, que
tengas que empuñar las armas para luchar por el bienestar de la humanidad; tu
campo de acción será la ciencia, la técnica, el trabajo creador cualquiera que
éste fuese: desde esos frentes también se lucha por las buenas causas, en ellos
también hay heroísmo y gloria cuando el revolucionario se entrega con pasión,
con dedicación, con ardor.
Quiero que
rechaces siempre lo fácil, lo cómodo. Todo lo que enaltece y honra implica
sacrificios.
Cuando un
revolucionario se acomoda comienza a descomponerse y a dejar de serlo. Quiero
que siempre veas el bienestar común como único medio de obtener el bienestar
propio. Cuando un revolucionario comienza a recibir beneficios que aún su
pueblo no puede recibir, comienza esa descomposición; si no es que ha dejado ya
de serlo.
Mantente siempre
vigilante y defiende tu Revolución con celo y con fiereza. Ha costado mucha
sangre y representa mucho para los pueblos del mundo.
Quiero que
seas siempre sincero, cabal, abierto. Prefiere siempre la verdad por dura que
esta sea. Debes ser reflexivo ante las críticas y al mismo tiempo defender tu
criterio sin vacilaciones cuando sea honesto. Rechaza la lisonja y la
adulonería y no la practiques nunca. Sé siempre el más severo crítico de ti
mismo. Cuando esta carta tú leas ya conocerás sin duda muchas de las hermosas
páginas que escribiera José Martí, hay unos versos sencillos del Apóstol que se
titulan: “Yugo y Estrella”, pues bien, léelos y medítalos y recuerda que
quiero, antes las alternativas que la vida te ofrezca, tú siempre escojas “la
estrella que ilumina y mata”.
Quiero que
tú seas un digno hijo de tu gran Patria. Que seas un revolucionario, un
comunista.
Te abraza tu
padre,
Jesús Suárez Gayol.
3 comentarios:
Sergio, te agradezco infinitamente poder ocupar un espacio en este escritorio abierto a exponer la realidad de Cuba, de la Isla de la Juventud, de las conquistas socialistas de nuestra Revolución y de las justas causas de nuestros pueblos hermanos.
La etapa que viví en la UJC, es un período que siempre va conmigo, quizás como el más pleno de toda mi vida.
Debo decir que además de conocer estupendas personas dentro de la organización y en diversas entidades con las que trabajé de conjunto, todos me ayudaron a reforzar mis ideales y a intentar formar de mi la mejor persona posible. Amén de todos mis errores y defectos (por supuesto que los he cometido y tengo), me siento orgulloso de haber podido dar un minúsculo granito de arena.
Ana Esther Zulueta, Liván Hernández, Aracelys Sanabria, Carlos Carballosa, Maday Iglesias, entre otros más (incluyendo del personal administrativo y que pido disculpas por no poner nombres), me aportaron muchísimo (aunque puede que algunos de ellos no lo crean).
Puedo citar a muchísimos con los que tuve cercanos vínculos en los medios del territorio; pero prefiero no olvidar a nadie... a todos, incluyéndote también, les doy las gracias.
¡Ojalá hubiera podido aportar más!
Sergio, te agradezco infinitamente poder ocupar un espacio en este escritorio abierto a exponer la realidad de Cuba, de la Isla de la Juventud, de las conquistas socialistas de nuestra Revolución y de las justas causas de nuestros pueblos hermanos.
La etapa que viví en la UJC, es un período que siempre va conmigo, quizás como el más pleno de toda mi vida.
Debo decir que además de conocer estupendas personas dentro de la organización y en diversas entidades con las que trabajé de conjunto, todos me ayudaron a reforzar mis ideales y a intentar formar de mi la mejor persona posible. Amén de todos mis errores y defectos (por supuesto que los he cometido y tengo), me siento orgulloso de haber podido dar un minúsculo granito de arena.
Ana Esther Zulueta, Liván Hernández, Aracelys Sanabria, Carlos Carballosa, Maday Iglesias, entre otros más (incluyendo del personal administrativo y que pido disculpas por no poner nombres), me aportaron muchísimo (aunque puede que algunos de ellos no lo crean).
Puedo citar a muchísimos con los que tuve cercanos vínculos en los medios del territorio; pero prefiero no olvidar a nadie... a todos, incluyéndote también, les doy las gracias.
¡Ojalá hubiera podido aportar más!
Hola Sergio… te agradezco inmensamente que me hayas dado un espacio en esta tu tribuna para dar a conocer las verdades de Cuba, la realidad de la Isla de la Juventud, las conquistas socialistas de la Revolución cubana y las justas causas de nuestros pueblos hermanos.
El período de tiempo que estuve en la UJC lo llevo siempre conmigo, ya que me marcó con gran nota de felicidad; ya que tuve la oportunidad de compartir labores con compañeros valiosísimos y que me ayudaron a mejorar mi labor. Amén de mis errores y defectos (por supuesto que los cometí y los tengo), el haber transitado una etapa de mi juventud junto compañeros y amigos que conocí en la sede de la UJC, me ayudó a formar una mejor persona de mí y a reafirmar mis ideales.
Ana Esther Zulueta, Liván Hernández, Aracelys Sanabria, Carlos Carballosa, Maday Iglesias, entre otros tantos (incluyendo al personal administrativo y que pido disculpas por no mencionar nombres), me aportaron muchísimo en lo personal y profesional (aunque quizás muchos de ellos no lo crean).
También compañeros y amigos en los medios de información del territorio (entre ellos tú, por supuesto) me brindaron gran ayuda, cooperación y ricos debates que me permitieron dar, al menos, un granito de arena a la labor que realicé en la UJC.
A ti y a todos ellos les doy muchísimas gracias.
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