miércoles, noviembre 13, 2019

Para que la bondad perdure




Por Sergio I. Rivero Carrasco

 “La bondad es una cadena de oro que enlaza a la sociedad.”
Johann Wolfgang von Goethe

En este mundo de constantes explosiones bélicas, en el que señorea por doquier la desidia, las guerras, ocupaciones ilegales y asesinatos, en el que se pronuncia cada vez con mayor fuerza las diferencias abismales entre ricos y pobres y solo unos pocos acaparan más del 80 por ciento de las riquezas del planeta, se hace cada vez más necesario tener en cuenta para la existencia de nuestra especie la práctica cotidiana de acciones bondadosas con nuestros semejantes.


Hacer los mayores esfuerzos porque la cordialidad, la generosidad, la amabilidad y la tolerancia alcancen una práctica universal, fue el objetivo que se propusieron los japoneses mediante el organismo World Kindness Movement (WKM), sin ningún tipo de afiliación económica, política o comercial con el doctor Wataru Mori a la cabeza, un médico que visionaba un mundo mejor si la población se unía como una masa de bondad, el que en el año 1997 reunió a países como Singapur, Australia, Canadá o EEUU para promover un movimiento apacible y sereno dentro del territorio y a partir de 1998 se acuerda celebrar cada 13 de noviembre el Día Internacional de la Bondad, a la que se han sumado gran número de países.


La bondad como cualidad que define al ser humano se trasfiere en acción cotidiana y existen múltiples ejemplos de cómo podemos hacer de ella práctica diaria ofreciendo amor, comprensión, protección y comunicación entre los integrantes de la familia, ayuda a un vecino en circunstancias difíciles, plantar árboles, amar a los animales y proteger a las mascotas que nos acompañan en la vida, desterrar el odio, la avaricia,  multiplicar la tolerancia y condenar la guerra.


No quedan detrás la decencia, el saludo a las personas, la sonrisa estimulante, el caminar hacia el trabajo ofreciendo el gesto afable a las personas y compañeros, proteger a los animales callejeros que no tienen hogar, cuidar de la naturaleza, no arrojar basura en el suelo, ofrecer el abrazo amoroso a los amigos y sentir en cada uno como laten nuestros corazones cargados de amor. pero no estamos de espaldas a la existencia de sentimientos contrarios como la prepotencia, arrogancia, envidia, crueldad, avaricia, entre otras, que fundamentan el diferendo eterno entre el bien y el mal.

Buscar lo positivo que llevamos dentro, ser referente de la comprensión, agradar y hacer felices a las personas más cercanas; somos bondadosos cuando aceptamos a los demás personas tal y como son, sin críticas, sin por qué, sin malas intenciones. Intenta ver en cada persona todo lo bueno que puede aportar sin enjuiciar las actitudes y uniéndose a dicha persona para encontrar las soluciones a sus problemas. 

Luchar porque la bondad logre imponerse en este mundo tan disímil es un imperativo de estos tiempos. No todo está perdido, hay acciones personales, incluso gubernamentales, que dan signos de que esa cualidad hermosa logra salvar vidas, como el gesto desinteresado de los médicos cubanos que, aun poniendo en riesgo sus vidas, fueron al continente africano a combatir el ébola, o la más reciente del gobierno mexicano de brindar asilo político en su país al Presidente boliviano Evo Morales, después de producirse el Golpe de Estado  Fascista y aún con múltiples gestiones del canciller azteca ante la negativa de gobiernos Latinoamericanos que prohibieron el avión surcara su espacio aéreo, al llegar por fin a suelo mexicano expresó: “Me han salvado la vida”

Ante estas adversas circunstancias en las que se disputa hoy la vida, no queda otra opción que abrazar el pensamiento de Goethe y hacer una eterna reverencia a la bondad para que perdure en el planeta.

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