Por Diego Rodríguez Molina
Tomado de Victoria Digital
Si
me preguntan cuál es un logro vital de estos 55 años de Revolución,
diría: haber resistido la guerra más larga y despiadada del imperio
contra un pequeño país.
“No hay un solo ámbito de actividades
económicas y sociales del pueblo cubano que quede exento de la acción
destructiva y desestabilizadora que impone esta política ilegal”,
precisa el informe que presentará Cuba en octubre próximo en la Asamblea
General de la ONU sobre la resolución 68/8 que exige levantar ese
genocidio, cada vez más rechazado en el mundo y dentro de Estados
Unidos.
En momentos en que se acerca el debate
planetario, las familias pineras comentan del tema en casa, lo vinculan a
la política de terrorismo de Estado de esa potencia y se sienten
protagonistas de la firmeza cotidiana para burlar el anacrónico cerco,
cuyo daño económico asciende a un billón 112 534 de dólares, a pesar de
la reducción del precio
del oro.
del oro.
Abundan ejemplos de cómo las carencias multiplican las variantes.
“La rama de la construcción, imposibilitada
de acceder a tecnologías constructivas más eficientes, ligeras, de
menores consumos de materiales básicos y componentes energéticos,
–refiere el documento– estima sus pérdidas en 27,6 millones de dólares norteamericanos”.
–refiere el documento– estima sus pérdidas en 27,6 millones de dólares norteamericanos”.
Sin embargo, a pesar de agudizarse las
afectaciones del bloqueo y el impacto de la crisis mundial sobre las
acciones constructivas, el Gobierno cubano profundiza la política
implementada hace dos años de otorgar subsidios a familias afectadas por
catástrofes y casos sociales críticos para adquirir materiales de
construcción y pagar mano de obra para la ejecución y conservación de
viviendas por esfuerzo propio.
Nada de medida aislada esa ayuda monetaria,
libre de costo o devolución, que en el Municipio beneficia a 350
familias y muestra el humanismo de la Revolución, a la vez que destierra
gratuidades indebidas y subsidios excesivos, bajo el principio de
compensar a personas necesitadas y no subsidiar productos de manera
general, en cumplimiento de dos de los lineamientos del VI Congreso del
Partido enfocados a la sostenibilidad.
Tal contribución forma parte de una
estrategia iniciada con la venta liberada de materiales de construcción a
precios no subsidiados, seguida por la incorporación de otros
productos, como el cemento y el acero, así como la rebaja de precios a
más de 120 de esos surtidos, y la posibilidad luego de acceder a
créditos bancarios para edificar y reparar inmuebles.
Son alternativas que acentúan el desvelo
estatal por favorecer, además, a quienes carezcan de vivienda o están
necesitados de construir, ampliar, reparar o conservar esta, siempre que
sea por esfuerzo propio.
Pero ese desembolso con el cual se burla el
cerco, exige más empeño de ejecutores y mayor control popular para
aprovechar cada centavo.
¿Y de dónde sale el subsidio? De los
impuestos sobre las ventas de materiales de construcción a precios no
subsidiados, cuyo 40 por ciento será entregado a los gobiernos
territoriales y otro 8,5 a la reserva central del Estado, con la
facultad de decidir casos puntuales.
Mas, resulta imposible cuantificar los
perjuicios. “Las cifras…, –subraya el informe– no incluyen los daños
ocasionados a objetivos económicos y sociales del país por los sabotajes
y actos terroristas alentados, organizados y financiados desde Estados
Unidos. Tampoco reflejan el negativo impacto en el desarrollo del país
resultante de la imposibilidad de acceder a nuevas tecnologías en casi
todos los sectores de la economía, ni las duras y sistemáticas
limitaciones que impone en las familias cubanas”.
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