Enrique el día que le fue entregado el Premio Jesús Montané Oropesa por la Obra de Toda la Vida en el 2012 |
Falleció este domingo en Isla de la
Juventud el destacado fotorreportero que mereció el premio Jesús
Montané Oropesa por la obra de la vida
Por Diego Rodríguez Molina
Fotos: Archivo
Fotos: Archivo
Al fotorreportero Enrique
Moreno Fuentes, Premio Jesús Montané Oropesa de la Upec por la obra de
la vida, fallecido el domingo 8 de marzo a los 83 años de edad en la
Isla de la Juventud y sepultado este lunes en Nueva Gerona, lo seguiré
viendo con la vitalidad de sus imágenes y con el mismo espíritu que
impregnara a su existencia.
Entre los muchos momentos
compartidos recuerdo el de mayo último en que me confesara: “Nunca he
dejado de venir a marchar con el pueblo en el Día Internacional de los
Trabajadores y aunque esté jubilado, ya con 82 años, no dejaré de
celebrar esta fecha con mi colectivo laboral del periódico Victoria,
para demostrar la unidad de los cubanos…”.
Así era de fiel y sencillo
este profesional del lente, al que llamábamos cariñosamente Quique,
quien estuvo durante años al frente de la delegación territorial de la
Unión de Periodistas de Cuba y acompañara a Fidel en varios recorridos
aquí y otras partes.
A decir verdad, él no solo
capta a los gestores de la obra revolucionaria, sino que formaba parte
de esos protagonistas anónimos, por eso pude encontrarlo en plena
movilización obrera, a la que había llegado muy temprano y con la
modestia y el compromiso de siempre.
Era una de las tantas
ocasiones en que a la par del profesional vibraba el patriota que
acompañara siempre las transformaciones de la nación.
Quien fuera distinguido con
las distinciones Félix Elmuza de la Upec (1884) y Raúl Gómez García, del
Sindicato de la Cultura (1989), además de su labor fotorreporteril en
el diario local Victoria, publica en Bohemia, Granma, otros medios y
colabora con la Agencia de Información Nacional.
Entre los lugares que
testimoniaron la favorable acogida de sus exposiciones fotográficas
estuvieron el Pabellón Cuba, en La Habana, varios espacios en capitales
provinciales cubanas y Nicaragua.
A ese país centroamericano
fue invitado en dos ocasiones (1982 y 1985) a mostrar sus instantáneas
sobre los becarios de esa nación en las escuelas pineras y los
encuentros de esos colectivos con el Comandante en Jefe.
Sus fotografías también
ilustraron folletos y otras publicaciones en ocasión de eventos, ferias y
visitas de alto nivel, así como carteles y afiches.
El 15 de enero de 1932 en el
seno de una humilde familia de La Habana nace Enrique. Con 15 años, al
fallecer su padre, tuvo que tomar las riendas de su hogar, de tres
hijos, entre los cuales él era el mayor de los hermanos y único varón.
Así comienza a descubrir la magia de atrapar imágenes con el lente por
su cuenta. Hacía fotos de arquitectura y publicitaria por encargo hasta
que llega el triunfo de la Revolución en 1959.
Desde el primer instante
aprovecha la oportunidad abierta por el proceso revolucionario y puso su
joven talento al servicio de este: se vincula a la propaganda política
en un nuevo órgano que agrupa a diseñadores, fotógrafos y periodistas,
quienes posteriormente integran la Editora Política del Comité Central
del Partido al crearse la institución.
Tenía una sapiencia natural
para la fotografía, por esa capacidad casi innata para captar imágenes y
estampas cubanas, por eso mucho aporta en la segunda ínsula cubana, a
la cual llega en la década del 70, con cámara en mano y un historial que
pronto lo hizo maestro para varias generaciones.
Cuando se incorpora al
entonces diario Victoria no solo se dedica a la cobertura de
innumerables hechos noticiosos, sino también a la formación de los más
jóvenes que se incorporaban al periodismo gráfico.
Los archivos del Victoria
atesoran con celo los negativos fotográficos y los periódicos que,
aunque amarillentos por el paso de los años, muestran seductoras
instantáneas captadas por Quique cuando el histórico el récord
productivo de nuestra Ubre Blanca, en la vaquería ubicada en el poblado
de La Victoria, a donde acude hasta en horas de la madrugada junto a
Fidel, como parte del seguimiento a ese importante resultado genético.
Fueron también motivación
para sus originales instantáneas las zafras citrícolas y su movimiento
popular, los años de esplendor de la industria ceramista o del mármol,
la pesca, el duro bregar del campo o del carbonero, la infancia o la
ancianidad, las pinturas rupestres de las cuevas de Punta del Este, la
construcción del Faro de Carapachibey, el más alto de Latinoamérica, o
los rostros de profesores o estudiantes de más de veinte
nacionalidades.
Sin embargo, quien mereciera
innumerables premios en concursos nacionales y municipales, tiene uno
mayor: la gratitud de quienes de él aprendimos mucho más que técnica
fotográfica: la humildad, la ética, el compromiso y demás valores
humanos que distinguen a los periodistas cubanos.
Por eso enaltece al gremio
dedicarle postrer y justo tributo al colega, al maestro, al compatriota y
al hermano que dejara en el corazón de todos sus mejores e inolvidables
imágenes y recuerdos.
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