- En el 2011, asciende a la Serie Nacional con Isla de la Juventud, y desde entonces suma los títulos de la Serie del Caribe de San Juan 2015 y los Centroamericanos de Veracruz 2014, además de una participación en el Clásico Mundial y un histórico segundo lugar con los Piratas en la recién finalizada campaña cubana
A los 11 años, Héctor Manuel Mendoza Ripoll tuvo por primera vez en su mente la imagen de un estadio repleto, coreando su nombre en las instancias decisivas de un partido. Eso sí, es muy posible que por aquellos tiempos el joven pinero, natural de Nueva Gerona, no se visualizara en lo alto del box, sino como un bateador extraclase listo para definir con un batazo de grandes dimensiones.
“Recuerdo que mi padre me llevó a los terrenos, y tras aprobar los exámenes comencé a jugar en el center field y la primera base, no tenía nada que ver con los pitchers”, nos cuenta Mendoza, quien por las vueltas que da la vida, y por su tremenda potencia en el brazo, se ha consolidado entre los tres mejores serpentineros del país, el único contratado en el circuito profesional japonés amparado institucionalmente por la Federación Cubana.
“Esto, en realidad, no lo podía imaginar, nunca pensé en triunfar tan joven, y menos de lanzador. Imagínate, de juvenil todavía alternaba el bateo con el pitcheo; fue en mi primer año de la Serie Nacional cuando me quedo solamente en el box”, relata el pinero, cerrador de recta endemoniada, capaz de registrar hasta 98 millas.
Y no se equivocó con la decisión, pues desde entonces el espigado derecho ha escrito una trayectoria ascendente, meteórica, que hoy ya lo tiene como relevista en las Ligas Mayores de la tierra del Sol Naciente, nada más y nada menos que con los Gigantes de Yomiuri, la novena más laureada con 22 Series de Japón.
Su debut, protagonizado el pasado martes, confirmó a los fanáticos nipones la extraordinaria calidad del cubano, quien se encaramó en la lomita con ventaja mínima y retiró a seis toleteros por su orden, sin que le sacaran la bola del cuadro, con par de ponches.
“Sabía que en algún momento de la temporada me iban a subir, porque así me lo habían comunicado, era uno de los objetivos para esta temporada. Solo restaba esperar, tener paciencia y concentrarse cuando se diera la oportunidad. Ahora queda entonces buscar la otra meta, obtener mi primera victoria en las Mayores”, confesó a Granma, eufórico por su exitoso estreno.
EL ÉXITO SE ESCRIBE ASÍ
Desde bien temprano en su carrera, el entrenador Bernardo San Juan le aconsejó a Héctor Mendoza que durante sus salidas no pensara en ganar o perder, sino en hacerlo bien, y justo con esa filosofía ha labrado su senda dorada, con títulos individuales y colectivos.
EL ÉXITO SE ESCRIBE ASÍ
Desde bien temprano en su carrera, el entrenador Bernardo San Juan le aconsejó a Héctor Mendoza que durante sus salidas no pensara en ganar o perder, sino en hacerlo bien, y justo con esa filosofía ha labrado su senda dorada, con títulos individuales y colectivos.
A los 15 años, solo cuatro veranos después de empezar en la pelota, fue seleccionado como el lanzador derecho del Todos Estrellas en el Campeonato Mundial de Cadetes de Taichung, Taipei de China, suficiente para que los focos se centraran con fuerza en su figura.
En el 2011 asciende a la Serie Nacional con Isla de la Juventud, y desde entonces suma los títulos de la Serie del Caribe de San Juan 2015 y los Centroamericanos de Veracruz 2014, además de una participación en el Clásico Mundial y un histórico segundo lugar con los Piratas en la recién finalizada campaña cubana.
Se dice rápido y en pocas palabras, pero el crecimiento sostenido de Mendoza ha costado sudor y trabajo, palpable sobre todo en su trayecto por el campeonato doméstico, en el cual comenzó de abridor sin lograr balances destacados de victorias y derrotas.
“Cuando debuté en la Serie Nacional estaba en la rotación, pero tenía muchos problemas con el control. En mi primera temporada regalé 17 boletos en 28 entradas, solo que me aclimaté, y aunque no gané ningún juego en la segunda campaña, me batearon muy poco (227)”, relata Mendoza, quien comenzó después su transición hacia el bullpen.
“En Isla de la Juventud me colocaron de cerrador, y al principio lo veía extraño, me sentía un poco incómodo, porque los relevistas casi siempre vienen en situaciones complicadas y deben tener mucho control, mi principal problema. Pero me he acostumbrado, los resultados han sido muy buenos, aunque me sigue gustando más ser abridor”, sostiene el pinero.
Y lo cierto es que, en cualquiera de las funciones posibles, Mendoza tiene opciones de triunfar, pues a sus condiciones físicas se suma la flema característica de los grandes serpentineros, inmutable y con armas letales para sortear peligros.
VIVIR EN JAPONÉS
Justamente, gracias a su proyección y perspectivas, Mendoza desembarcó con solo 20 años en la Liga Profesional japonesa, la segunda de más nivel en el planeta, y no ha desentonado, primero en la sucursal de los Gigantes de Yomiuri, y ya esta semana con el equipo grande, que lo tendrá, por el momento, como uno de los hombres de confianza en el relevo intermedio.
Justamente, gracias a su proyección y perspectivas, Mendoza desembarcó con solo 20 años en la Liga Profesional japonesa, la segunda de más nivel en el planeta, y no ha desentonado, primero en la sucursal de los Gigantes de Yomiuri, y ya esta semana con el equipo grande, que lo tendrá, por el momento, como uno de los hombres de confianza en el relevo intermedio.
Pero más allá de los resultados, la experiencia en el béisbol asiático le reportará beneficios y desarrollo, en gran medida por la dedicación y rigurosidad de los nipones en la práctica del deporte.
“En Japón, con un conjunto profesional, la vida es dura, el trabajo constante, tienes que adaptarte a una mentalidad diferente. Son muy exigentes, he llegado a estar hasta 12 horas en un terreno de pelota, algo que nunca antes me había sucedido”, revela el taponero.
“La parte más complicada es con el idioma, porque solo tienes la oportunidad de hablar con tu traductor y con los demás latinos del equipo, fuera de eso la comunicación se limita. Golpean también las diferencias en la comida y la cultura en sentido general, aunque a favor de los japoneses debo decir que son personas excelentes, dispuestas a ayudarte para que te sientas bien”, confiesa Mendoza.
“Además, he tenido el apoyo de Frederich Cepeda y José López (actual jugador del Yokohama Dena Baystars), venezolano con experiencia en Grandes Ligas, quien me ayudó mucho. El receptor Shinosuke Abe también me hizo algunas correcciones en la caída, porque mi pie quedaba un poco inclinado, y eso me afectaba el control”, descubre.
??He crecido en varios aspectos. He potenciado la recta y perfeccionado la curva, la slider y el cambio de velocidad, además de incorporar poco a poco la splitt. También me he superado en el dominio de la zona de strike. Cuando llegué me dijeron que aprendiera a comer con palitos, porque eso ayuda en el control, aunque ellos en realidad mejoran lanzando.
“No hacen tantos ejercicios de mecánica ni movimientos especiales, solo lanzan, más de 300 pitcheos diarios según tu cadencia, pues un hombre que no se demora puede superar los 400 envíos”, destaca el pinero, a quien le chocó esa dinámica intensa.
“Con esa carga tan grande los japoneses se lesionan mucho, y yo, al principio, tuve algunas molestias, por lo que junto a mi entrenador, Carlos Luis Soto, solicitamos trabajar con nuestro estilo, sin tantas repeticiones, y ellos entendieron”, señala.
No obstante, Mendoza ya se ha instalado con éxito en los lejanos parajes asiáticos, y nadie duda de su futuro prometedor, el cual le permitirá, como todos esperamos, consolidarse como el nuevo pistolero de los Gigantes de Yomiuri y de la Mayor de las Antillas.
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