No a la regresión social. No al desmantelamiento de la seguridad social. No a la pobreza. No a las desigualdades. No al olvido del Sur. No a la muerte, cada día, de treinta mil niños pobres. No a la destrucción del ambiente. No a la hegemonía militar de una sola superpotencia. No a la guerra preventiva. No a las guerras de invasión. No al terrorismo. No a los atentados contra las poblaciones civiles. No a los racismos. No al antisemitismo. No a la islamofobia.. No a la vigilancia generalizada. No a la disminución cultural. No a las nuevas censuras. No a los medios que mienten. No a los medios que nos manipulan.
Resistir es también poder decir SÍ. Sí a la solidaridad entre los siete mil millones de habitantes de nuestro planeta. Sí al derecho de las mujeres. Sí a la existencia de una ONU renovada. Sí a un nuevo plan Marshall para ayudar al África. Sí a la erradicación definitiva del analfabetismo. Sí a una ofensiva internacional contra la fractura digital. Sí a una moratoria internacional para la preservación del agua potable. Sí a los medicamentos esenciales para todos. Sí a acciones decisivas contra el sida. Sí a la preservación de las culturas minoritarias. Sí al derecho de los índígenas. Sí a la justicia social y económica. Sí a una Europa más social y menos mercantilista. Sí a una tasa Tobin de ayuda a los ciudadanos. Sí a un impuesto a la venta de armas. Sí a la supresión de la deuda de los países pobres. Sí a la prohibición de los paraísos fiscales.
Resistir es soñar que otro mundo es posible y contribuir a construirlo.
(Tomado de Le Monde Diplomatique)
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