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El actual Secretario
General de la OEA debería ser tratado por su obsesión con derrocar al Gobierno
legítimo de Venezuela. Foto: Caricatura tomada de la prensa
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Almagro
está más interesado en la alharaca que en regresar a la Mayor de las Antillas,
un país que conoce bien. Pero debe tener claro que ni la OEA ni ninguno de sus
funcionarios, mucho menos los que traicionan los principios éticos elementales,
han sido ni serán jamás bienvenidos en la Cuba revolucionaria de Fidel.
Cualquiera
que escuche el nombre de «Red Latinoamericana de Jóvenes por la Democracia»
piensa en la reacción a los recientes golpes de Estado encubiertos contra
gobiernos soberanos, los paquetazos neoliberales aplicados en detrimento de las
mayorías o las protestas por la corrupción galopante en la región.