lunes, abril 15, 2019

Un preludio sangriento por la Patria


Por Sergio Rivero Carrasco


Al cumplirse este 15 de abril 58 años del bombardeo de aviones mercenarios al aeropuerto de Ciudad Libertad y otras bases aéreas del país, quiero rendir el muy merecido tributo a los caídos durante la artera agresión mercenaria realizada por el gobierno de los Estados Unidos, que ocasionó varias víctimas a jóvenes en plena vida.


Aún permanecen erguidas en el aeródromo militar capitalino las mismas palmas que
recibieron los impactos de la embestida de los B-26 norteamericanos, sitio histórico en que fue develado en ocasión de cumplirse las cinco décadas del hecho, una tarja en memoria del artillero Eduardo García Delgado.

García Delgado fue un cienfueguero que mostraba apenas sus 25 años, graduado de la Escuela de Milicias y de Artillería, quien se encontraba brindando sus servicios en la base aérea de Ciudad Libertad en La Habana. 

Han narrado sus compañeros que día 14 de abril debía salir de pase, pero uno de ellos
conocido por Gándara, le pidió que “se quedara por él para poder darle una vuelta a su esposa y a su hija que estaba enferma”, y Eduardo, que siempre fue un excelente amigo, lo complació y cambió el pase. Estas razones explican entonces, que él durmiera esa noche en la Unidad, cerca de la pista de aviación que fue bombardeada por aviones del Imperio con insignias cubanas pintadas en sus alas y cola con la identificación de la naciente Fuerza Aérea Cubana, para destruir nuestros aviones en tierra, atacando de forma simultánea además, los estaciones de San Antonio de los Baños y de Santiago de Cuba, con el propósito de eliminar la fortaleza que pudiera representar la incipiente Fuerza Aérea en la defensa del país en caso de la inminente agresión.

En Ciudad Libertad, como en las otras terminales aéreas, no fue un paseo lo que la AgenciaCentral de Inteligencia y el Gobierno de EE.UU. habían planificado como un ataque sorpresivo con plena impunidad. Subestimaron a los nuestros y recibieron la contundente respuesta. 


Testimonios de artilleros participantes en la defensa han expresado que  aquel 15 de abril, alrededor de las seis de la mañana, se sobresaltaron con el ronroneo de la aviación enemiga y el tableteo de sus ametralladoras. Dicen que a los pocos segundos de iniciado el ataque, las ocho baterías antiaéreas disparaban contra los agresores y recuerdan el instante cuando les informaron de la muerte del joven  Eduardo García Delgado.

Rememoran que Eduardo salió a ocupar su puesto en las baterías antiaéreas, conocidas por las llamadas cuatro bocas por igual número de tubos de fuego. “Corriendo se dirigía a su pieza cuando un rocket lo alcanzó hiriéndolo de muerte”. No obstante, la historia recoge el noble gesto de este joven, que con la sangre que brotaba de sus graves heridas, antes de echar el último aliento, escribió con sus dedos mojados de su sangre generosa, un nombre muy querido para él y por los cubanos: Fidel.

En su honor, y como reconocimiento a su altruista gesto, el Poeta Nacional Nicolás Guillén le entregó estos sentidos versos: “La sangre numerosa”

“Cuando con sangre escribe: Fidel
 ese soldado que por la Patria muere
 no digáis miserere:
Esa sangre es símbolo
de la Patria que vive…”

Rubén Domínguez Argüelles, participante en esos hechos con apenas 14 años, expresa su orgullo por haber formado parte de aquella tropa que el Comandante en Jefe Fidel Castro calificó de “Niños Héroes de Playa Girón” , la cual rechazó con entereza el ataque pirata y provocó las primeras bajas a los invasores.
 Estas historias, como las de Eduardo García Delgado, entre otros muchos jóvenes, debieran conocerlas al dedillo las nuevas generaciones. Ese ejemplo moral y el legado de los mártires le da fuerzas a la Revolución y no debe quedar en el olvido. Hay que contarlas una y otra vez porque tienen como paradigma el magnanimidad, el alto sentido del patriotismo y compromiso con la Patria, demostrados por esa generación de pequeños bisoños que allanaron el camino de la victoria alcanzada días después sobre las arenas de Playa Girón.

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