Lo abordo en la
calle al final de la jornada y le pido una cita para contarme su
historia. Me da su correo electrónico y su teléfono particular. Me cita
en su casa en un barrio a las afueras de La Habana. Tras dos horas de
conversación, descubro que lo que interpreté como timidez es la sangre
fría de quien sabe mantenerse tranquilo y sereno en las peores
situaciones.