Por Atilio A. Boron
La arrasadora victoria de Rafael Correa, con un porcentaje de votos y una diferencia entre él y su más inmediato contendiente que ya hubieran querido tener Obama, Hollande, Rajoy, entre otros, deja algunas lecciones que es conveniente recapitular.
Primero y lo más obvio: la
ratificación del mandato popular para seguir por el camino trazado
pero, como dijo Correa en su conferencia de prensa,
avanzando más rápida y profundamente. Sabe el re-electo presidente que
los próximos cuatro años serán cruciales para asegurar la
irreversibilidad de las reformas que, al cabo de diez años de gestión,
habrán concluido con la refundación de un Ecuador mejor, más justo y más
sustentable. Un Ecuador en donde la diversidad no sea fuente de
desigualdad. En la conferencia de prensa ya aludida dijo textualmente:
“o cambiamos ahora al país o no lo cambiamos más”. El proyecto de crear
un orden social basado en el socialismo del sumak kawsay, el
“buen vivir” de nuestros pueblos originarios, exige actuar con rapidez y
determinación. Pero esto también lo saben la derecha vernácula y el
imperialismo, y por eso se puede pronosticar que van a redoblar sus
esfuerzos para evitar la consolidación del proceso de la “Revolución
Ciudadana.”