Observé bien a Obama
en la famosa “reunión Cumbre”. El cansancio a veces lo vencía, cerraba
involuntariamente los ojos, pero en ocasiones dormía con los ojos
abiertos.
En Cartagena no se reunía un sindicato de Presidentes desinformados,
sino los representantes oficiales de 33 países de este hemisferio, cuya
amplia mayoría demandan respuestas a problemas económicos y sociales de
gran trascendencia que golpean a la región del mundo con más desigualdad
en la distribución de las riquezas.
No deseo adelantarme a las opiniones de millones de personas, capaces
de analizar con profundidad y sangre fría los problemas de América
Latina, el Caribe y el resto de un mundo globalizado, donde unos pocos
lo tienen todo y los demás no poseen nada. Llámese como se llame, el
sistema impuesto por el imperialismo en este hemisferio está agotado y
no puede sostenerse.