Por: RAÚL ROA
Tomado de Bohemia (Centenario)
Cuando estas líneas se publiquen en BOHEMIA acaso
ya vengan camino de Cuba
—después del homenaje arremolinado y triunfal, cuajado de rojas banderas y vibrantes discursos, de los obreros y estudiantes mexicanos— las cenizas de aquel que supo, en todo momento, ajustar su pensamiento a su conducta. Así cayó en una solitaria y oscura calle de México: con el enérgico perfil luminosamente vuelto hacia el futuro, como había vivido, y en la boca crispada el grito terrible y magnífico "¡Muero por la Revolución!"
Hace ya cuatro años que este crimen-cobarde y
repulsivo estremeció de ira y dolor el mundo
revolucionario. Hace ya cuatro años que Julio
Antonio Mella, el precursor glorioso de las
revueltas estudiantiles de Cuba, el comunista
militante, el revolucionario abnegado y heroico, fue
acribillado a balazos por esbirros a sueldo de
Gerardo Machado
—hoy asno errante. No fue Mella una víctima aislada
de la furia asesina del perverso Machado, como
algunos, particularmente interesados, intentan
establecer, oscureciéndose de esta suerte la
verdadera significación histórica del hecho, sus
implicaciones —políticas y sociales—. Julio Antonio
Mella —quede ya definitivamente aclarada— cayó en
una miserable emboscada del imperialismo yanqui.