Por Antonio Muñiz
Una vez más los hechos demuestran cuál es el accionar de los indignos, la represión o el silencio cómplice, cuando tienen que afrontar hechos como la muerte de un preso en España que permaneció cinco meses en huelga de hambre en una cárcel de la ciudad de Teruel, y que incluso recibió alimentación forzada.
Una vez más los hechos demuestran cuál es el accionar de los indignos, la represión o el silencio cómplice, cuando tienen que afrontar hechos como la muerte de un preso en España que permaneció cinco meses en huelga de hambre en una cárcel de la ciudad de Teruel, y que incluso recibió alimentación forzada.
El reo, de origen marroquí y nombrado Tohuami Hamdaoui, murió el pasado 25 de julio, tras denunciar durante su prolongado ayuno que fue víctima de un error judicial que lo condenó a 16 años de prisión por una supuesta agresión sexual.