Pascual Serrano*
Revista Tricontinental
- Los medios se muestran como el principal ariete de la ideología que
quiere sembrar la resignación. Para ello sus cartas son la apología de
una caridad con sonrisas y aplausos que reniega de la justicia social, y
el entretenimiento y la frivolidad ante el atropello de derechos
humanos fundamentales
Hace unos años me escandalicé cuando vi un concurso en una televisión
privada venezolana en el que el premio consistía en la cobertura
sanitaria para la intervención quirúrgica por alguna enfermedad grave
que padecía el concursante o un familiar del concursante. Entonces me
pareció -como era lógico- una humillación que un derecho universal como
la salud, e incluso la vida, fuera motivo de concurso en atracción
televisiva.
Han pasado cinco años y voy comprobando cuántos derechos humanos,
indiscutibles y cubiertos en Europa hasta ahora, se convierten en objeto
de subasta, concurso y humillación de los ciudadanos. Así podemos
encontrar que una asociación de comerciantes de un pueblo de Pontevedra
(1) coloca carteles por toda la localidad anunciando el sorteo durante
las navidades de un contrato de trabajo a tiempo parcial de seis meses
de duración. Y como todo puede ser peor, un colegio privado de Granada
que todavía no está en funcionamiento cobra 190 euros por valorar el
currículum de los aspirantes a un puesto de trabajo en el citado colegio
(2).