Tomado de La pupila insomne
Este lunes 14 de enero medios de comunicación de todo el mundo centrarán su mirada en Cuba. Los cambios anunciados por el gobierno cubano en la política migratoria entran en vigor este día y lo que ha venido ocurriendo como un proceso de flexibilización creciente -según fuentes oficiales, el 99,4% de quienes solicitaron salir de la Isla en los últimos doce años pudieron hacerlo- tomará forma definitiva con la eliminación del llamado “permiso de salida”, la ampliación del tiempo para permanecer en el exterior sin necesidad de trámites y la flexibilización de las regulaciones para la relación con su país de origen de aquellos que emigraron anteriormente.
Corren ríos de tinta y muchos millones de
bits en Internet llamando la atención sobre el hecho de que, a partir
de este día, los cubanos podrán viajar libremente a cualquier país del
mundo, con el único requisito de que aquel les otorgue visa. A pocos
sorprende que el gobierno cubano no implemente ningún requerimiento
adicional para viajar a Estados Unidos, desde cuyo territorio se han organizado actos terroristas que han costado la vida a miles de cubanos, se implementa un programa para estimular la deserción de profesionales de la salud formados en Cuba, se destinan más de veinte millones de dólares al
año para el financiamiento de grupos que operan al interior de la Isla
en función de la política estadounidense de “cambio de régimen” y se
impone un bloqueo económico que ha concitado durante décadas el rechazo abrumador de la comunidad internacional, incluyendo los propios aliados de Washington.