Solíamos temer que el presidente George W. Bush, presionado por su nefastamente belicista Vicepresidente y un Departamento de Justicia que justificó torturas medievales, iba a ampliar las potestades del poder ejecutivo a niveles tales como para poner en peligro el equilibrio y el fundamento de nuestra democracia.
Es por eso que muchos de nosotros votamos a favor de Barack Obama, porque queríamos a alguien que estaba en contra de la guerra, que cerrara Guantánamo (el centro ilegal de detención) alguien que supiera y entendiera la constitución no como un sagrado Viejo Testamento sino como un pacto de lealtad, con salvaguardas inviolables, entre los gobernados y el gobierno.