Por Manuel E. Yepe*
Aunque todas las encuestas de opinión muestran que la mayoría de los ciudadanos estadounidenses discrepa de la política oficial de su país respecto a Cuba, hasta los más partidarios de la normalización de los vínculos con la isla vecina suelen partir de concepciones erróneas –o al menos inexactas- en cuanto al origen y los aspectos más censurables de esta política.
La más extendida de estas concepciones es la de que el curso hostil de las relaciones con el pequeño país vecino es incorregible por la presión política que ejerce la inmigración de origen cubano radicada en la Florida cuyo apoyo la hace intocable en períodos de elecciones federales.