jueves, marzo 30, 2006
REÍR MUY EN SERIO
Por Sergio Rivero Carrasco
Se produce una especie de paradoja cuando nos paramos delante de cualquiera de las 30 obras expuestas por el caricaturista cubano Tomy en la sala transitoria del Museo Municipal, a quien pusieron por nombre Tomás Rodríguez Zayas.
Natural de la provincia de Holguín, radicado en Ciudad de La Habana y empedernido amante de lo cubano, de los cubanos y de su Revolución, motivo cardinal que alimenta su musa para defenderla de cuanto mal pueda imaginar.
Anda estos días por aquí, por la Isla de la Juventud, y tiene como anfitrina a la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC); su propósito es impartir un taller acerca de la caricatura en Cuba, el editorial gráfico, la gráfica en la prensa escrita y digital, y la caricatura como arte que abraza a los artistas de la plástica al conjugar el buen dibujo, la pintura, hasta el diseño gráfico y el periodismo con ideas claras y un mensaje certero.
En realidad se ha hablado mucho acerca de si una sonrisa puede ser equivalente a una terapéutica para el hombre, para la sociedad y para el alma; pero muchas veces, unido al insustituible ejercicio de batir las mandíbulas se desliza una profunda reflexión que nos haga reír en serio.
Tomy cultiva todos los géneros de la caricatura y por mucho tiempo se especializó en la caricatura personal, la cual demanda oficio, agilidad y una memoria visual extraordinaria, capaz de transferir los códigos y sintetizarlos en trazos esenciales que identifican a una imagen y lo ha logrado con excelencia.
Laureado en múltiples escenarios internacionales, jurado de eventos de este género a nivel mundial, profesor del Instituto Internacional de Periodismo José Martí y realizador de diplomados en diferentes países, está envestido con la toga de la sencillez, del ciudadano y artista común, del periodista que sabe dónde está la buena noticia y la que lleva el excelente editorial.
Son los pasillos y las máquinas del diario Juventud Rebelde, los que lo han visto madurar y testigos fieles de que todo el que se acerque para apreciar su obra, no le quede otra opción que reír muy en serio.