Por Sergio Rivero Carrasco
Fotos: Evelio Medina Rodríguez
Hoy, como cada día, hicimos un alto en el camino para demostrar el mayor e incondicional ejemplo de unidad y apoyo a la Revolución victoriosa que se haya manifestado por el pueblo pinero y cubano. Tanto en la Isla de la Juventud como en cada rinconcito de nuestra Cuba hermosa, se hizo el homenaje al día que a más personas involucra en su accionar: El de los trabajadores.
No siempre fue así, durante la primera mitad del siglo pasado lo cubanos tenían que celebrarlo bajo los chorros de agua y la acción policial, exigir mejoras salariales y condiciones de trabajo a los dueños de las grandes industrias y latifundios como sigue sucediendo en la mayor parte del planeta.
Desde la alborada de 1959, aquí, en Cuba la Bella, libre, soberana y victoriosa, el Primero de Mayo es un día de fiesta, júbilo del pueblo trabajador por la justicia conquistada, por las metas cumplidas y por los nuevos compromisos que se contraen para multiplicar el brillo de la Revolución.
Muchos años hemos estado marcados por los cambios sucedidos en el planeta que han transformado el mapa político existente en la década de los 80 del siglo XX. El mundo unipolar, desgarrador y globalizador de las diferencias abismales entre ricos y pobres, han hecho crecer la brecha existente entre el norte ambicioso y el Sur desposeído que late en el centro de nuestros continentes impulsando la sangre unitaria y transformadora de nuestros pueblos por un orden internacional más equitativo.
No hemos escapado a estas adversidades incrementadas con la política agresiva de los Estados Unidos contra nuestro país por más de un siglo, recrudecida desde el triunfo revolucionario e incrementada a partir de las últimas dos décadas.
El bloqueo económico y financiero, la aplicación de la Ley Torricelli, la Helms Burton y el Plan Bush desde el 2004 y actualizado en el 2006 y el 2007, incitan continuamente a la contrarrevolución para subvertir la obra revolucionaria y le ponen cada año más de 100 millones de dólares para comprar las almas y las desalmas de los anexionistas y vende patria que residen aún en nuestro país.
No ha sido fácil salir adelante en estas circunstancias. Sólo la firmeza de principios, la voluntad de este pueblo y de sus trabajadores, han hecho posible navegar en este mar bravío que impone adoptar medidas especiales.
Hoy más que siempre los obreros cubanos discutimos nuestros problemas, adoptamos las medidas más convenientes para salir hacia delante, criticamos y modificamos desde nuestras secciones sindicales los mecanismos que puedan mellar el logro de la eficiencia productiva, medir la disciplina y los aportes a la economía territorial y nacional además de estimular las soluciones con el accionar del movimiento de innovadores y racionalizadotes, las Brigadas Técnicas Juveniles a la Sustitución de importaciones y a la ampliación y diversificación de las producciones que conduzcan al desarrollo impetuoso de un socialismo más justo, humano y equitativo.
Con la actitud y el heroísmo cotidianos, eliminaremos de raíz las deformaciones crecidas en los últimos años, para que prevalezcan los paradigmas de cubanos dignos, laboriosos, solidarios, internacionalistas como nos legaron varias generaciones desde el inicio de las luchas por la Independencia en 1868.
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