Por Sergio Rivero Carrasco
En
ocasiones cuando algo nos sale bien, elegante, decimos que “fue especial”, y el
Referendo Constitucional celebrado el domingo 24 de febrero, en realidad, por
sus resultados generales, “fue especial”.
El
país, en medio de grandes desafíos de todo tipo, sorteando múltiples carencias
derivadas entre otros, por el recrudecimiento del bloqueo, logró que el pueblo,
tan digno como siempre, diera la respuesta esperada, y de forma contundente
exhiba hoy cifras ya extinguidas en el mundo en procesos de este tipo.
Que
en el año 1976 la Constitución vigente hasta nuestros días, se haya aprobado
por el voto positivo de más del 98% de la población, era una proeza, pero
razonable por las circunstancias existentes en el país y favorables en el
entorno socialista en el que nos desenvolvíamos.
Pero
hoy, en medio de las adversas circunstancias económicas del país, la guerra
mediática
intensiva que se cierne contra nuestros pueblos apostando por el
derrumbe del socialismo en la región, lograr que el 90,36% de los electores
posibles votaran y de ellos, el 86,85 lo haya hecho por el #Sí, si no es un
récord, en realidad es un excelente averaje.
Esos
resultados traídos a la Isla de la Juventud, territorio insular cubano que padece
del mal de las Islas, subordinadas a una carretera invisible en el mar y que de
ella depende casi todo con las sabidas consecuencias, se alzó con un traje más
largo todavía, al lograr que el 90,36% de los electores de la lista actualizada
asistieran a las urnas, y de ellos el 89.12% haya votado por el #Sí, y el #No
se replegara al 7.53%.
Pero
todo no queda ahí. Los pineros que estuvimos activos en las redes sociales
dando a conocer al mundo el desarrollo de los acontecimientos aquí, fuimos
testigos de la guerra despiadada y el desaforo desmedido con las ofensas e
incitación al No, como si lo que se estuviera aprobando fuera algo perjudicial
para el país, además de estimular el criterio de que tantas personas asistían
obligadas porque de lo contrario perdían el trabajo o el CDR les haría la vida
imposible.
Ante
tanta enajenada mentira, perdieron la brújula y solo demostraron el nivel de
desinformación acerca de las normas jurídicas establecidas en el país, en su
país, tanto los que viven fuera como los que radican en territorio nacional,
porque en Cuba, el voto es un derecho cívico, no una obligación como sucede en
otras latitudes, por tanto, a votar asiste el que lo decida por las causas que
sean.
En realidad, la desmedida campaña por el #No se convirtió en polvo ante tanta vergüenza de un pueblo, que fue modelando su nueva Constitución en cada asamblea con el aporte de opiniones y sugerencias hasta llegar a ser conformada la Carta Magna a la que se le realizaron 760 cambios por las propuestas de los cubanos, modificando unos 134 artículos, que fueron desde una palabra o frase hasta la incorporación de un párrafo o artículo completo, es decir, todo lo que contribuyó a mejorar el texto por el que votamos en las urnas.
Cuando
apreciamos los resultados alcanzados, vemos cómo estaba seguro nuestro
Presidente Miguel Díaz-Canel cuando unos días antes de efectuarse el Referendo
publicó en su cuenta de la red social Twitter: ”El 24 de febrero, fecha gloriosa siempre, está a sólo 7
días. #Cuba se alista para decir Sí a la Constitución que
hicimos entre todos. #YoVotoSí por esa obra colectiva. #SomosContinuidad #SomosCuba#NosotrosVotamoSí”, y el
pueblo también mostró su incondicional apoyo y seguridad convencidos de la
valía de sus actos, por eso abrumadoramente votó por el #Sí en una jornada especial de alta
significación histórica y cívica.
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