Estados Unidos maniobra desaforadamente para poner fin a las negociaciones que tienen lugar en Nueva York con vistas a la creación del Consejo de Derechos Humanos, órgano de Naciones Unidas que sustituiría a la desacreditada Comisión de Derechos Humanos (CDH), con sede en Ginebra.
Los objetivos son claros: apresurar una decisión final que fuerce la aprobación de un nuevo órgano que continúe siendo afín a sus intereses e ignore las propuestas y modificaciones que ya han hecho la inmensa mayoría de los países, incluida Cuba, tendentes a democratizar y a poner fin a la manipulación política que ha caracterizado el trabajo de la CDH en los últimos años, denuncia hoy Granma Internacional.
Señala la publicación que esta carrera contra reloj esconde, además, otro objetivo: intentar convertir su 62 período de sesiones, previsto para iniciarse el próximo 13 de marzo, en una suerte de transición que aborde en un par de semanas "y no en seis como corresponde" aspectos formales, evadiendo de esta forma burda temas que inevitablemente deberán estar en la agenda de esta nueva edición.
De esa forma -añade- tratan de evadir el análisis de asuntos relacionados con las torturas en prisiones norteamericanas como la de Guantánamo y Abu Ghraib, así como los ilegales vuelos secretos de cárceles aéreas estadounidenses sobre países europeos.
Según la publicación, Washington sabe que está en el colimador de las investigaciones de esas flagrantes violaciones de derechos humanos cometidas contra prisioneros de guerra y presuntos sospechosos de actos terroristas.
Esto lo acaba de dictaminar un comité de expertos de Naciones Unidas, quienes exigen el cierre del centro de secuestros y torturas establecido en su base militar de Guantánamo, ocupada contra la voluntad del pueblo cubano.
Con posterioridad se conoció sobre una significativa reunión sostenida por el presidente George W. Bush en la Casa Blanca con el secretario general de la ONU, Kofi Anan.
En ella, "según múltiples despachos de prensa", el pretendido emperador "mostró su preocupación y disgusto" por el dictamen y lo urgió a obviar el escabroso tema, excluyéndolo de toda mención en las sesiones de la 62 comisión.
Por su parte, el Departamento de Estado no disimula las presiones que hacen en estos momentos los funcionarios estadounidenses en distintas capitales, particularmente africanas, para obtener el silencio cómplice de países del continente representados en la CDH.
Para ello se apoya en la precaria situación económica de algunas de esas naciones, que las hace vulnerables a este tipo de presión y chantaje, comenta Granma Internacional.
Las comprobadas violaciones no podrían ser pasadas por alto en el nuevo y eventualmente último período de sesiones de la CDH, aún cuando el gobierno de Estados Unidos controle ese órgano.
Detener el análisis y la condena de tan macabra y criminal actuación es de máxima prioridad de la política norteamericana, expresa la publicación.
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