Retumbaron los acordes del Himno de la Patria entre un mar de enlutados torsos.
Rostros duros, ojos casi ensangrentados por la ira y el sufrimiento contenidos por más de 48 años.
Puños firmes, verbo cortante. La denuncia se agiganta. Las gargantas de las mujeres y hombres que allí se encuentran junto a los familiares de las víctimas del terrorismo, lanzan al mundo y, en especial al pueblo
norteamericano, la acusación y el reclamo de la condena al más connotado asesino y terrorista confeso de este hemisferio: Luis Clemente Posada Carriles, que aún come en el mismo plato que los del gobierno de Bush.
Desde la campaña libertadora iniciada el Diez de Octubre de 1868 hasta aquí han pasado 139 años de gloria redentora y honor patrio. Frente a la .Asesina de Intereses., léase Oficina de Intereses de Estados Unidos en Cuba y estado mayor de la contrarrevolución interna, se yerguen indignados
los 138 mástiles que, cual palmeras enaltecidas, sostienen desde el pasado año a igual número de negras banderas con estrellas blancas demostrando cómo se levanta la dignidad sobre el luto.
Hasta en el oscuro silencio de la noche centellea la esperanza. Es la estrella que lleva en la frente cada cubano mártir.
Las cinco puntas que simbolizan la hidalguía, el valor y el decoro de un pueblo encarnado en los Cinco Héroes secuestrados en cárceles de EE.UU. por luchar contra el terrorismo.
Es el muro de contención donde se estrellará el imperio. El escenario no puede ser más acuciante: los rostros de los mártires, denunciantes, firmemente sostenidos por baluartes de los nuevos tiempos en la base de las
138 lanzas portadoras de los estandartes, símbolos también de la muerte de los seres queridos, ausentes hoy en los hogares cubanos, y que irradian el sendero de la Revolución, junto a un pueblo que reclama la justicia en
permanente vigilia por la vida y contra la injusticia y el terror.
Sobre el luto se levanta la dignidad de los cubanos con los muertos como sagrado pedestal.
Es la fuerza y el arraigo; es el decoro, la rabia y el dolor multiplicado de este pueblo por las más de 3 400 víctimas del terrorismo fabricado desde el Norte que tiene como paladín al terrorista Luis Posada Carriles.
El error de liberarlo significa hacer mucho más inseguro el mundo. Las lágrimas del honor y la ira en este instante visitaron nuestros rostros para multiplicar la fuerza interna que nos hace indestructibles.
Los que allí están y los que en todo el país seguimos los detalles de este también histórico acontecimiento, ratificamos lo dicho por Fidel hace más de 30 años: Cuando un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla.