Hay filósofos y politólogos que plantean como Jonh Gray, que “la era del liderazgo global estadounidense, que se remonta hasta la Segunda Guerra Mundial, se acabó... el credo del libre mercado estadounidense se autodestruyó mientras que los países que han mantenido un control general de los mercados han sido reivindicados". Mientras que otros aseveran que si Estados Unidos ha sabido levantarse en otros momentos como al inicio de este siglo, ahora pudiera hacer lo mismo. En tal sentido me parece que no han tenido en cuanta que la correlación de fuerzas en el mundo ha variado y el hegemonismo va siendo cada vez menos unipolar.
Baste señalar que la recesión tocó techos, desestabilizó a la mayor bolsa del mundo y aún sigue cobrando vidas en las economías de los países más pobres, que como es de suponer, serán los más dañados en estos procesos ya que sus economías no resisten los embates de este desajuste y las industrias nacionales están como flores abiertas a los ataques siempre vivos de las grandes potencias.
Muchas reuniones y pocos resultados, como ha precisado Fidel en sus últimas reflexiones sobre el G-20 y el G-21. Nadie habló con propiedad ni rigor, tampoco hicieron propuestas serias para detener la crisis o proteger a los más necesitados. Solo el incongruente y oportunista Bush prometió a las naciones latinoamericanas mejoras si se alían a los designios del norte.
La acción latinoamericana no se hizo esperar y muy rápido los países del ALBA con Ecuador como invitado, acordaron un paquete de medidas proteccionistas para las economías de los países de la región que hará frente a los vaivenes de los billetes verdes con la creación de una moneda regional a la que llamaron SUCRE, y a la vez crear un fondo para proteger a los países cuyas economías se vean afectadas por desastres naturales o de otro tipo.
En realidad, no es posible, desde mi punto de vista, avizorar hoy que esta será la última crisis por la que atravesará Estados Unidos y las grandes potencias que tienen como esquema económico los diseñados por el añejo capitalismo tras cinco siglos de existencia.
La vida ha demostrado que China, Rusia y otros países que se han alejado de las conflagraciones y diseñado otro modelo de desarrollo, aunque no pueden soslayar los efectos de las cinco crisis que se han puesto de acuerdo para jugar como en una rueda macabra, sí tienen posibilidades de sobrevivir y desarrollarse en armonía con los países menos beneficiados como lo han hecho en esta oportunidad con los latinoamericanos.
La CRISIS se escribe esta vez bien grande y con mayúscula. La sucesión de los acontecimientos nos dirán la última palabra.
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