Mi amigo Regino murió esta mañana.
Trabajamos juntos poco más de dos años. Nunca lo había visto y menos conocido antes de esa época y a los pocos días todo fluyó de maravilla y pudimos emprender un trabajo hermoso, lleno de sacrificios, pero reconfortante por el ambiente agradable y familiar que reinó desde los primeros momentos. Todos coincidíamos que habíamos encontrado a la persona que se parecía a nosotros y que por tanto sería muy útil y querido.
No había un compañero que pudiera señalarle un problema o resentirse porque en algún momento no respondió a un llamado. Se convirtió en breve tiempo en el hermano cercano de muchos, con quien se podía dialogar o confiar un problema; siempre estaba atento con su natural experiencia para brindar su consejo.
Dijo nuestro Martí que la muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida. Él se supo multiplicar con su accionar hermoso, como ser humano único, como compañero íntegro y fiel, como padre excepcional y excelente esposo. Sin proponérselo, pudo convertirse en el amigo imprescindible a los cientos de personas que conoció y pudo demostrar sus múltiples valores.
No podemos decir que era un hombre de otro mundo, caído en medio de la tierra. Era un ser humano normal, con defectos y virtudes. Lo cierto es que eran tan pocos los defectos que se dejó ver y tantas las virtudes que transpiraba por los poros, que es difícil hoy llevarlos a una balanza porque sabemos que ellas, las virtudes, brillarán.
En este mundo plagado de miserias humanas, donde las personas se disputan la existencia uno de espaldas a los otros, como si comunicarse fuera solo un problema de idioma y no de la condición humana, es cuando aseguramos que nuestro amigo Regino, porque pudo también ser su amigo, era imprescindible.
Hoy le dijimos adiós. Solo lo despedimos, porque siempre estará entre nosotros en cada alegrón, celebrando cualquier realización por diminuta que sea; estará en el momento preciso y en el lugar adecuado cuando el consejo deba llegar o el regaño tenga que hacernos reaccionar.
Mi amigo Regino estará siempre ahí, a nuestro lado, porque ha sido del bando de los que aman y construyen, como dijo nuestro Martí. Es de los imprescindibles de los que habló Bretch.
Es mi amigo y también podría haber sido el suyo.
Mi amigo Regino era un Comunista completo.
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